Hay veces que como seres humanos consideramos no tener la fortaleza suficiente para ir superando acontecimientos cotidianos e imprevistos no bienvenidos. Respira, se vuelve una tarea ardua, un verbo irreconciliable con la percepción emocional y física sentida. La autoproclamación de ‘nadie’, con la extrañeza como eco recurrente, es la nota presente en el tablón de la conciencia. El bloqueo empieza a ser la respuesta autómata, el disco rayado que agota cualquier discurso que traiga alguna brizna que suplique olvidar las sombras. Ya no se recuerda la ‘transcendencia de transcender’ ni el sentido de nuestras huellas en las vidas ajenas. Se desvanece el tiempo buscando una puerta que promete aliviar el sufrimiento. La trampa se hace más rea, cuando las redes informales o se mueven en el desconocimiento en las que sus seres queridos transitan por la zona hadal o se topan con la espiral de procedimientos, escasez de profesionales especializados, descoordinación institucional, enlentecimiento y recortes en prestaciones y servicios integrales… Cuando el suicidio rasga las entrañas de las familias, éstas padecen un duelo que se torna por momentos en una escalera interminable. El recuerdo no se alejará porque será el manto que alivie el frío de la ausencia. El contexto, con sus presiones, con la voracidad de la competitividad, con la superficialidad como meta, con las anomias en el ‘tener’, con la deslealtad de las promesas de los referentes ideológicos, con la gratuidad del acoso y las violencias, con la indiferencia y el precario refuerzo a la salud mental, con las turbulencias del capitalismo y un estado social esclavizado por la economía y el mercado … puede ser, entre otras causas, la placa de petri, donde se cultivan decisiones que se dirigen supuestamente a la ‘única’ salida. Debido al aumento cuantitativo de tentativas y acto consumados de suicidio, desde el 200, la Organización Mundial de la Salud apoya a la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, proclamando el 10 de septiembre como su Día Internacional. Este gesto nos refleja que la problemática debe abordarse seriamente, dotándose de herramientas eficaces para prevenir, sensibilizar, concienciar e intervenir. Los datos estiman que anualmente en torno a 800.000 personas acometen este acto, estableciéndose como la segunda causa de mortandad en el intervalo de edad comprendido entre los 15 y 29 años. España no tiene motivos para bajar la guardia, ya que aunque las cifras tienen una fiabilidad nada consistente, sí establecen las ‘muertes autoinflingidas’ como primera causa de muerte no natural, por encima de otras ‘causas externas’ como la accidentabilidad. No hay una fórmula mágica que dé soluciones porque es necesario abordar todas las aristas de su complejidad. El enjambre social del que formamos parte tiene que contemplar la eliminación de prejuicios, señalamientos o juicios y fomentar los puentes de comunicación desde los núcleos fuertes de la socialización. Además de reivindicar un apoyo superior, materializado con recursos humanos, materiales y económico-financieros. Todas/os podemos pasar por la diatriba del sufrimiento y el desequilibrio de las crisis… Porque al fin y al cabo, somos funambulistas, que día tras día nos toca recorrer el mismo alambre entre dos fronteras.
Eutopía
Funambulistas entre fronteras
Hay veces que como seres humanos consideramos no tener la fortaleza suficiente para ir superando acontecimientos cotidianos e imprevistos no bienvenidos
Eutopía
Activista Feminista. Compañera partícipe de la Defensa de los Derechos Humanos y Movimientos LGTBIQ
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