La Cuaresma, la sangre altera. Y quizá sea por eso que cualquier polémica en este momento viene con altavoz. Pero la intervención acometida por un escultor –no restaurador- sobre la imagen de la Virgen del Mayor Dolor no ha dejado indiferente a nadie. El resultado a la vista está, se ha alterado su policromía y el conjunto de la obra original de Alfredo Muñoz Arcos (1946) para adaptarla a gustos de realismo más actuales. Y quede claro que será cuestión de los hermanos cofrades evaluar, aplaudir o censurar dicho resultado a nivel interno; así como cualquier crítica concerniente hacia la Junta Directiva que ha tomado esta decisión en las formas que todos conocemos. Pero sin entrar en eso, sí que lo haré en lo que nos afecta a todos los cofrades, y católicos de Jaén; en lo que ha sido una actuación sobre una obra artística con criterios contrarios a los planteados a lo largo de un siglo en las distintas Cartas del Restauro; y que dirigen los planteamientos universales de intervención y conservación del Arte y el Patrimonio. La intervención ha contado con la aprobación de una junta directiva y el permiso y permisividad del Obispado, que es lo más grave, pues pese a las oficiosas directrices de que ese segundo filtro asegura la conservación de obras de arte, se ha visto con este caso que no es así. Y es que lo polémico de esta actuación no es un grafiti, ni el resultado final, el que según algunos merece ser valorado bajo criterios subjetivos de belleza, como si la razón del arte fuera que una imagen se quede “bonica” o que la Virgen esté más “guapa”. Sino que lo realmente grave es la situación de indefensión en la que quedan el resto de esculturas de esta cofradía, con joyas de diferentes siglos, así como la valiosa imaginería de otras hermandades. Y es que o nos lo tomamos en serio, cofradías y Obispado, y protegemos el Patrimonio religioso de la arbitrariedad y la ignorancia de quienes desprecian la disciplina de la restauración; o la consecuencia será ver cómo la Administración incoa expedientes de protección sobre imaginería devocional, mantos y textiles, orfebrería o cualquier elemento patrimonial de innegable valor. Lo que supondría el deber de conseguir permisos de la Junta para cualquier intervención, o incluso atender el consejo de la administración sobre el trato y uso de estas obras. No sería la primera vez que ocurre. O nos concienciamos, o la figura de protección BIC pasará a ser una necesidad si persiste la amenaza.
En una calle sin ventanas
Patrimonio religioso bajo amenaza
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Luis Morales Quesada
Luis Morales Quesada, autor de este blog, es experto en Gestión y Conservación del Patrimonio
En una calle sin ventanas
Una reflexión sobre la importancia de conservar y poner el valor el conjunto histórico de Jaén y muchas cosas más…
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