El pasado 24 de octubre tuve la oportunidad de presentar, en el Salón Mudéjar y junto al Concejal de Cultura, José Manuel Higueras, la segunda novela de Antonio Piñar Gallardo. Curtido en montajes industriales en el norte de África, docente especializado en la orientación educativa y Doctor en Psicología. Creo que su dilatada experiencia profesional y vital deja un poso de interés en su obra.
De su primera novela, titulada “Judía Lucentina y Neoyorkina”, viene la actual, “La Judía de Manhattan”, que no deja de ser sino una continuación de la anterior si bien puede leerse de forma totalmente independiente.
Si en la anterior obra sus protagonistas, dos jóvenes inquietos, cultos y de mentalidad abierta, se encontraron en España, la Sefarad Judía, y realizaron un tour turístico-emotivo por nuestro país, buscando sus juderías y pasado hebreo, entre ellas las de Jaén y a nuestro personaje más singular en estos menesteres, Hasday ibn Shaprut, en la la actual novela, “La Judía de Manhattan”, ambos jóvenes mantendrán el contacto desde la lejanía y se reencontrarán en otros espacios y países, que los seguirán invitando a la reflexión sobre cuestiones trascendentales de la vida y sobre temas de la más absoluta actualidad.
Volvemos a encontrar en la mano de Antonio Piñar una serie de reflexiones sobre cuestiones trascendentes del ser humano y análisis psicológicos de situaciones y personajes… el lector hallará numerosos párrafos que merecen una meditada reflexión para extraer el jugo que contienen sus frases.
En definitiva, la ficción de dos jóvenes contemporáneos, con un pasado común. Ella, judía sefardí, él, español, pero descendiente de los “anusim”, aquellos conversos que se bautizaron por fuerza de causa mayor…procedentes de dos mundos tan distintos y a la par tan interconectados gracias a una cultura y a unos sentimientos que aúnan a ambos, a poco que se conoce sobre nuestro pasado común.
En la novela vemos la mano del doctor en psicología, de ese Antonio Piñar que como profesional se vuelca en esta obra, pero también de su ideología, de su humanismo, su apertura de mente. De su concepción de un mundo menos interesado, más justo, más respetuoso con el ser humano.
