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Sábado 20/04/2024  

La escritura perpetua

El Cholo

El Atlético no sufre una crisis futbolística, sino una crisis de fe. El cholismo ha sido una religión laica en torno a un predicador sensacional

Publicado: 03/02/2020 ·
11:39
· Actualizado: 03/02/2020 · 11:39
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Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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El Atlético no sufre una crisis futbolística, sino una crisis de fe. El cholismo ha sido una religión laica en torno a un predicador sensacional con acento latinoché: Diego Pablo Simeone. El Cholo tiene una visión nítida del fútbol, aunque algo simplista, pero sobre todo posee un verbo emotivo y motivacional que sus jugadores convirtieron en un camino indiscutible a seguir de manera ciega y decididamente convencidos. Pero aquella legión de creyentes que Simeone halló en enero de 2011, cuando llegó al banquillo rojiblanco, se han retirado o marchado a otros clubs: Gabi, Thiago, Godín, Juanfran. Incluso Griezman (que practicaba la fe de manera libertaria). Ellos nunca dejaron de creer. Pero los futbolistas que ha fichado últimamente el club o no entienden  o no les convence el catecismo futbolero del Cholo.     

Alguien escribió que “el fútbol es un espectáculo aburrido, pero que deja momentos irrepetibles”. Esa podría ser una definición muy aproximada al manual cholista. El Atlético practicó un juego elemental y simple con la intensidad como esencia y el pase largo como código en los tiempos de la dictadura feliz del tiqui-taca. Fue como una irrupción a trompetazos en un concierto de violines. Frente al misticismo de Messi o la rotundidad de Cristiano, el Atlético del Cholo respondió con un fútbol basado en la solidaridad, en el que unos y otros se apoyaban entre sí sobre el césped con las camisetas húmedas de sudor, amistad y esfuerzo. En definitiva, consistió en lo que llamaron “equipo del pueblo”. Como colocar una industria pesada junto a una fábrica de Chanel.

El fútbol del Atlético se ha caracterizado para el espectador, como alguien ha escrito, en “dos horas mirando con muy poco que ver”. Pero aquel juego que emergía de la intensidad aportó resultados excelentes y emociones inolvidables. Las cosas han cambiado. Los rivales han descifrado las claves de Simeone. Incluso muchos las han imitado con éxito. Y la mayoría de los nuevos futbolistas rojiblancos ya no creen a rajatabla en el viejo discurso del Cholo. El Atlético, decíamos, no ha perdido el fútbol: se ha quedado sin fe. El Cholo aparece ahora en un spot televisivo diciendo: “El fútbol es partido a partido”. Pero esa frase no es suya: a mediados de los 90 ya la pronunciaba Joaquín Caparrós en el vestuario del estadio Colombino. Porque cuando un mito se derrumba, las costuras emergen por todos sitios.

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