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La Verbena en el alero: la Justicia dice que no hubo defecto constructivo

“Mucho nos tememos que aquí nadie pagará, porque la naturaleza no tiene saldo. Pero seguramente alguno no dormirá tranquilo pensando en el riesgo que asumió en su día...”

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No, no resulta tan sorpresiva la noticia de que los vecinos del residencial Jardines de la Verbena hayan visto esta semana cómo la Justicia desestima su denuncia contra la empresa promotora y el arquitecto de sus viviendas. No resulta raro porque incluso sabían que podía darse el caso, pues a ciencia fija no sabían si el culpable del estado ruinoso de sus viviendas era un defecto constructivo o el efecto del deslizamiento de los terrenos.

La Justicia, después de analizar informes y decenas de testimonios, ha concluido que la ruina de sus viviendas es culpa de los movimientos del terreno, eximiendo de responsabilidad en este sentido a los promotores y técnicos que dirigieron la obra de construcción de unas 22 viviendas. Sin embargo, y analizando por nuestra parte la sentencia, se especifica en un momento dado que “el Ayuntamiento nunca debió permitir la construcción en estos terrenos”, tal vez teniendo en cuenta la palabra de los más viejos del lugar y la propia historia, pues todo Arcos sabía que edificio construido en la zona, edificio que se ha ido al garete. Sirva com o ejemplo la antigua estación del tren, las propias vías que un día quedaron suspendidas en el aire y otros edificios derrumbados.

En este sentido, la pregunta se traslada al Ayuntamiento: ¿Por qué el Gobierno de la época permitió que se construyera en el lugar? ¿Por qué sumó el parque de la Verbena al catálogo de zonas edificables dentro del Plan General de Ordenación Urbana? Seguramente porque pensaba que la técnica y los avances urbanísticos evitarían que lo construido se fuera a pique.


Es el eterno pulso entre la naturaleza y el hombre, que por norma general suele ganar la primera. Lo cierto y lo fijo es que a día de hoy existen veinte familias que no tienen vivienda y que aún las siguen pagando al banco; incluso ahora tendrán que pagar a la Justicia las costas cifradas en 300.000 euros, una cantidad nada desdeñable. Mucho nos tememos que aquí nadie pagará, porque la naturaleza no tiene saldo. Pero seguramente alguno no dormirá tranquilo pensando en el riesgo que asumió en su día...

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