Desde hace ya no pocas semanas, como bien saben los lectores asiduos de esta serie, venimos llevando a cabo una aproximación a los contenidos textuales que dan forma a la exposición del CIMA, el sanluqueño Centro de Interpretación de la Manzanilla.
Se trata, como sabemos, de un pequeño pero no por ello menos interesante espacio de carácter museístico-interpretativo que se ubica en el interior de Las Covachas, señero y fundamental monumento sanluqueño que se encuentra a su vez, puede decirse, a caballo entre los Barrios Alto y Bajo de la ciudad, en pleno eje y vértice del casco histórico de Sanlúcar de Barrameda, al pie del Palacio Ducal de Medina Sidonia y muy cercano a hitos monumentales e históricos de la localidad como son el Mercado de Abastos o la iglesia de La Merced, hoy día Auditorio “Manolo Sanlúcar”.
De dichos textos (que conforman parte de la espina dorsal del CIMA junto a las ilustraciones de Arturo Redondo Paz) es autor quien suscribe estos párrafos, y quien al mismo tiempo y como hemos señalado de forma precedente, formó parte del equipo redactor que se ocupó en su día, no hace mucho, del diseño de los contenidos del referido Centro de la Manzanilla o CIMA (de la elección de cuyo nombre también participamos sugiriendo/planteando la idea original del mismo y sus siglas “CIMA” como tales).
Hemos venido abordando en los textos anteriores a éste los contenidos de los cuatro primeros Espacios del conjunto de los que dan forma a la exposición del CIMA, siendo que en los últimos textos de esta modesta serie venimos considerando los contenidos precisamente del cuarto de los citados espacios expositivos del Centro de Interpretación de la Manzanilla emplazado, como sabemos y hemos apuntado, en el interior de Las Covachas.
En estas líneas del artículo de hoy seguiremos centrando nuestro interés en el referido cuarto Espacio de la exposición del Centro de Interpretación de la Manzanilla, un apartado del citado contexto expositivo general que está dedicado de forma genérica a “Los Oficios del Vino” y que contiene en su seno dos paneles informativos (lo cual viene a ser la pauta habitual en los Espacios del CIMA: cada “Espacio” viene a tener -salvo alguna excepción- dos “Paneles” expositivos).
Habiendo completado ya la consideración que hacíamos en las líneas precedentes relativa a los contenidos del primer panel del referido Espacio cuarto del CIMA, dedicado a los “Oficios del Vino”, pasaremos a continuación a contemplar la información que presenta a los visitantes el segundo panel que conforma este cuarto Espacio del CIMA, un segundo panel dedicado por su parte al tema de “Los Aperos del Vino”.
Como decíamos en los textos de las semanas anteriores, en el panel 1 de este Espacio 4 del CIMA son abordados los siguientes “Oficios del vino”: “Arrumbador”, “Tonelero”, “Trasegador”, “Capataz de bodega”, “Despacho de vino”, “Vendimiador “, “Viticultor, vinicultor, vitivinicultor”, “Espartero”, “Carretero”, “Carpintero”, “Alarifes y albañiles”, “Bodeguero”, “Enólogo” y “Oficina”.
Y de otra parte, en el panel 2 de este cuarto Espacio del CIMA (dedicado a los aperos del vino, como hemos señalado) encontraremos los siguientes apartados: “Bajetes”, “Canoas”, “Esterones”, “Caña”, “Vaso de caña” y “Vehículos”, materia a la que nos acercaremos ahora.
A la hora de considerar este ferramental, se ha querido llevar a cabo una exposición que aúne la información de lo funcional con un cierto tono evocador, pues nos encontramos ante materiales y herramientas en buena medida desconocidas para el gran público y que entran a formar parte de un paisaje conceptual y de un campo léxico acaso poco frecuentados por el público general.
Espacio 4. Panel 2. “Los aperos del vino”.
Bajetes. Sobre estas medias lunas que en su versión más tradicional son de piedra ostionera reposan las botas de vino que componen la hilada inferior del lígneo edificio que se guardan en las naves de las bodegas sanluqueñas y sobre las que crece una estructura de vino guardada en los vientres de madera de las botas. Los modestos bajetes son, pues, son la clave sobre la que reposa el edificio de la manzanilla.
Canoas. La mecánica tradicional de las bodegas tiene que ver con oficios, usos y herramientas, instrumentos, tradicionales… La ferramenta bodeguera tiene en la canoa uno de sus elementos señeros, hoy como hace siglos…
Esterones. En este singular paisaje bodeguero hay cabida para los esterones, elemento que tanto reina en vertical, cubriendo oportunamente cuando necesario los vanos de las ventanas para regular el cauce de las corrientes de aire, como en horizontal, formando parte de los suelos de las bodegas al pie, también cuando necesario, de las botas…
Caña. Como el arco del violín, la caña es el instrumento con el que se interpreta una liturgia, la de romper el velo de flor para alcanzar y servir el dorado tesoro de la manzanilla que se cría en el vientre de las botas bodegueras.
De barbas de ballena o de caña en su confección tradicional, su manejo es un verdadero arte, el de venenciar, del que son responsables los venenciadores.
Vaso de caña. El de caña es el tradicional vaso para la manzanilla, el recipiente -generalmente vítreo- destinado a servir como intermediario entre la bota y la boca. Su estilizada figura destaca en el vertical de las bandejas y su vista evoca inmediatamente a la manzanilla, trayendo el gusto de la tradición y lo propio.
Vehículos. La historia ha hecho que de las recuas de équidos y los carros de madera tirados por tracción animal se pase a los modernos vehículos de motor, pero todos ellos tienen en común que de una u otra forma y cada cual en su momento estos elementos móviles resulten imprescindibles para el desarrollo de las labores del vino, de los trabajos que culminan llevando la manzanilla, en su caña, hasta nuestros labios.
Y con esto damos fin a los contenidos del cuarto Espacio del CIMA, quedándonos por abordar el Espacio quinto de dicho Centro, cuyos dos paneles están dedicados genéricamente al “Vino de la Alegría”.