Un día 28 de febrero de 1980 las personas que podían votar, es decir, censadas, estaban invitadas a manifestar su acuerdo o desacuerdo con que la región andaluza consiguiera el estatus de Autonomía del Estado Español, utilizando la vía del artículo 151 de la constitución española de 1978. A estas alturas del S XXI, terminando su primer cuarto, todas las personas que asisten a actos conmemorativos de ese día manifiestan estar contentas con el logro alcanzado en ese momento. Incluso los herederos políticos de quienes animaron a abstenerse o incluso votar NO en su momento. Un interesante texto de Antonio Checa, titulado “El referéndum andaluz del 28 de febrero” analiza los resultados de la votación ese 28 de febrero, http://www.revistaestudiosregionales.com/documentos/articulos/pdf138.pdf. Los resultados electorales de ese día se ofrecen en la web del Congreso de los diputados https://app.congreso.es/consti/elecciones/referendos/ref_and_80.htm.
Refrescar con algún dato la memoria no estaría de más: El número de electores censados fue de 4.430356, teniendo en consideración que fue uno de los primeros censos con bastantes errores. Número de votantes 2.843820 y de estos a favor 2.472287. Del total del censo, no sólo de los votantes, aprobaron el referéndum sólo un 55,8%. En alguna provincia, como Jaén, no llegó a ser aprobado quedándose en un 44% de voto afirmativo. En Almería rozó ligeramente al alza el 50%. Y la abstención fue del 35,8%. ¿Un buen resultado? Para ser un hito en la historia de Andalucía, el apoyo fue muy modesto. Para interpretar adecuadamente estos datos, hay que enmarcar esta efemérides en la gran contradicción que a la población se le planteaba para asimilar que al mismo tiempo, como si de una nueva trinidad se tratara, España era una y más que trina. Quienes a la política se dedicaban pretendían que las gentes de España pasaran de la máxima “Una, Grande y Libre” a una ambigua definición recogida en el artículo 2 de la Constitución de 1978. “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.” El afán autonomista ha acabado con las regiones, ya que no queda ni una, y ha alentado el independentismo nacionalista. Pero, ¡qué tiempos aquellos! Ahora, políticos provenientes de los sectores antes encuadrados en la UCD o más aún en las opciones políticas de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, se alegran de la Autonomía andaluza que se dice fue conquistada por el pueblo andaluz ese 28F. ¿Toda Andalucía la quería? A la vista de los resultados de ese referéndum no toda la población estaba a favor del “invento” de la Autonomías. Puede calificarse de ese modo ya que en el fondo del asunto operaban los nacionalistas catalán y vascos enredando para conseguir su objetivo. Toda la política española, en esta larga transición no finalizada, está condicionada, cuando no determinada, por los intereses de los grupos de poder económico nacionalistas, que propugnan la independencia de sus territorios de España para consolidar su poder en ellos. Una vil guerra de “mercaderes” que a fuerza de jalar de España pretenden repartírsela. Aquellos que chalanean en el Congreso y en el Gobierno de España con los portavoces del nacionalismo, en Andalucía, se arropan con la blanca y verde para enunciar la Unidad de España como elemento esencial del andalucismo más castizo. No hay rubor en la esperpéntica representación de la invocación a la unidad de las gentes de Andalucía, en día tan señalado. Incluso todos los actos oficiales acaban con el himno de Andalucía sancionado por la Ley 3/1982. Mientras se “canturrea”, al parecer pocas personas se percatan de la ideología anarquista que la letra encierra ¡Andaluces, levantaos! ¡Pedid tierra y libertad! El autor de esta letra, Blas Infantes denominado “padre de Andalucía”, fue fusilado por los sublevados contra la república un 11 de agosto de 1936, nada más comenzar la guerra, mal llamada civil. Cabe preguntarse ¿por qué ese grito anarquista en el himno andaluz? Blas Infantes mantuvo una estrecha amistad con el Doctor Vallina, miembro destacado de la CNT e ideólogo anarquista. Y el grito, ¡Tierra y Libertad!, más allá de un slogan, dio título al periódico de la CNT que comenzó a publicarse en 1899 y se mantuvo a lo largo del tiempo, muchas veces clandestinamente. También así se titula “Tierra y Libertad”, la película que en 1995 dirigió Kent Loach. Ese ¡Tierra y Libertad! ha sido el grito tradicional de las gentes del campo explotados por los latifundistas y monopolios de turno. Y esa es la invitación que Blas Infantes hizo a todo el pueblo andaluz para “ pedir tierra y libertad”. Vivir en libertad, dignamente del trabajo. Además de la Salud, ¿qué otra cosa puede precisar la vida humana? Sobre la necesaria libertad poco puede comentarse más allá del derecho de todo ser humano para vivir sin depender de otros. De la Tierra es preciso considerar que, antes de la era industrial, la tierra era, y sigue siendo, el único medio para producir alimentos. Sólo quien poseía la tierra podía ser libre ya que no dependía de terceras personas. Interesante estudio de del profesor José Luis Solana titulado “Las clases sociales en Andalucía. Un recorrido sociohistórico” https://www.ugr.es/~pwlac/G16_08JoseLuis_Solana_Ruiz.html que refleja cómo las ¾ partes de la población vivía (¿ahora no?) en la pobreza, debiendo vender cada día su fuerza de trabajo para poder comer ese día, ya que por “jornales” se mal pagaba. Al día siguiente ¡Dios dirá! En la España de hoy, donde el sector agrícola protesta, el grito de Tierra y Libertad sigue estando vigente, como lo sigue estando buena parte del programa que Blas Infantes apoyara y difundiera en 1933, hace 90 años: Reforma económica, que incluía entre otras propuestas el sustituir las importaciones por producción local o acabar con los monopolios. ¡Que se lo cuenten a las gentes del campo! Hoy 28 de febrero ¡Por Andalucía libre, España y la Humanidad!
Fdo Rafael Fenoy Rico