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Benalmádena

La Villa Romana de Torremuelle, en su fase final de restauración

El alcalde supervisa los avances en los trabajos para la recuperación total de las 19 piletas de grandes dimensiones con más de 2.000 años de historia

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Visita a la Villa Romana de Torremuelle.

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  • Permitirá documentar el estado actual de conservación de las diferentes estructuras arqueológicas y estudiarse su total puesta en valor

El alcalde de Benalmádena, Juan Antonio Lara, acompañado de la edil de Cultura, Jésica Trujillo, ha visitado este lunes los trabajos que se están llevando a cabo en el terreno de la Villa Romana de Torremuelle para la recuperación del patrimonio histórico donde se dan ya los últimos detalles tras intensos trabajos de limpieza y protección del yacimiento.

El primer edil ha estado supervisando estos trabajos en los que se realiza una limpieza de los restos pertenecientes a la factoría de salazones que estuvo en uso durante los siglos I y II d.C. Junto con la retirada de numerosa vegetación y basura, al no contar durante años con una limpieza preventiva, se ha instalado un vallado perimetral destinado a la protección física de los propios restos arqueológicos, y a su vez evitar riesgo de caída para los viandantes.

Esta factoría romana de salazones, compuesta por 19 piletas de grandes dimensiones, pertenecen al área industrial de una de las dos villas romanas que ocuparon Benalmádena hace 2.000 años, conocida como “Villa romana de Torremuelle” o “Villa Mauritana”. Estos restos arqueológicos se localizaron hace 20 años, “pero a pesar del valor histórico del descubrimiento, nunca se llegaron a proteger de la manera adecuada, estando hasta ahora sin un vallado de protección y sin mantenimiento preventivo de las estructuras arqueológicas”, señaló el alcalde. “Esta situación generaba un grave peligro de seguridad tanto de las propias estructuras arqueológicas como para el viandante que pasease por el arroyo Lagar”, añadió. 

Desde el Ayuntamiento se informa de que la culminación de estos trabajos supondrá el primer paso para la recuperación y puesta en valor de este yacimiento. Con la limpieza de esta fábrica altoimperial de garum y otras salazones romanas, se podrá ahora documentar el estado actual de conservación de las diferentes estructuras arqueológicas, comprobando que la vegetación, en especial algunas raíces de plantas invasivas, han deteriorado algunos de los muros de las piletas de salazones, poniendo en peligro la conservación de las misma. A través de las conclusiones de esta intervención arqueológica aprobada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, y siguiendo las indicaciones de los especialistas, se trabajará para desarrollar tareas y labores de conservación y rehabilitación para recuperar y conservar de la manera adecuada uno de los yacimientos romanos que forman parte legado histórico del municipio.

Esta intervención de recuperación y protección se ha iniciado gracias a la colaboración de diferentes departamentos y trabajadores del Ayuntamiento de Benalmádena, entre ellos, la Concejalía de Cultura con la dirección técnica arqueológica y documentación fotográfica, Servicios Operativos con los trabajos de limpieza y vallado, trabajos técnicos y de limpieza de Medio Ambiente, Planeamiento con la documentación planimétrica y el Departamento de Personal con la redacción de documentación necesaria para los permisos pertinentes en materia de seguridad y salud.

Así, el Ayuntamiento de Benalmádena informa de que estos trabajos se engloban en la recuperación del patrimonio histórico del municipio con el objetivo es la protección, conservación y difusión de la rica historia de Benalmádena. Entre ellos, los trabajos arqueológicos y redacción del proyecto de conservación de Torre Bermeja, la puesta en valor de la factoría romana de Los Molinillos, el apoyo a los trabajos de investigación de la Cueva del Toro, la ejecución del proyecto de rehabilitación de la Tribuna y la protección de la factoría de salazones romana de Torremuelle.

Breve historia del yacimiento arqueológico

Esta villa romana, también conocida como “Villa Mauritana”, fue descubierta a mediados del siglo XX. En las obras de construcción de la nacional 340 se hallaron numerosos restos de edificios romanos, algunos con estructuras muy potentes, con la base formada por sillares y la mayoría fabricados en opus caementicium, junto con otras estructuras relacionadas con una instalación industrial romana basada en el aprovechamiento de recursos marinos según documentó el delegado provincial en Málaga de la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas Simeón Giménez Reyna.

En 1951, Juan Temboury, delegado local de Excavaciones de la ciudad de Málaga y delegado provincial de Bellas Artes, destacó una estructura abovedada que quedó colgada junto a la carretera, relacionándola con un depósito de agua. De ella, desgraciadamente sólo conservamos las fotografías.

Ese mismo año, en un terreno entre la carretera y la playa se localizó un mosaico de teselas blancas, negras y rojas que dan como resultado una decoración geométrica, fechado en el siglo III d.C., que debió decorar alguna estancia de la pars urbana o parte lujosa de esta villa marítima. Durante los primeros años tras su descubrimiento, estuvo a la intemperie a unos metros de la propia carretera, hasta que el dueño de los terrenos lo cedió a la Real Academia de las Bellas Artes de San Telmo. En 1957 el mosaico fue retirado, restaurado e instalado en el Palacio de los Condes de Buenavista en Málaga; y en la actualidad se custodia en el Museo Provincial de Málaga.

Hace ya muchos años que todas estas estructuras de la Villa de Torremuelle se perdieron, quedando enterrados bajo la propia carretera o destruidos con la ampliación de esta vía y construcciones aledañas. Hubo que esperar al año 2004, cuando se localizó lo que parece corresponder a la parte industrial de esta villa, para descubrir todo un complejo industrial de salsas y conservas de pescado formada por 19 piletas enlucidas con opus signinum, alineadas en batería, con un largo total de 50 metros.

Estas estructuras se localizan junto a la vaguada del arroyo Lagar, que proporcionaría el agua dulce necesaria para la fábrica de salazones, y estuvo en uso durante el siglo I y II d.C., con una pequeña ensenada que debió funcionar de embarcadero, quizás en relación con el trasporte de productos elaborados en la villa, como el garum y otros derivados de la pesca. Y son precisamente estas estructuras relacionadas con la zona industrial las que se acaban de proteger.

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