El de Rota es un pueblo solidario. Lo demuestra en cada oportunidad que se le presenta. Este fin de semana, como ocurre cada año a estas alturas del mes de octubre, los vecinos de Rota volvieron a salir a la calle por una causa vital.
Cerca de 4.000 fueron las personas que se reunieron para participar en una marcha multitudinaria contra el cáncer como iniciativa de Rolucan. Esta vez, coincidiendo con la
octava edición de este evento tradicional, todos vistieron con camisetas de azul marino, el color elegido en esta ocasión. Todos iguales, como si fueran un equipo.
Un equipo unido contra el cáncer que reclamó, en cada paso dado por los 4.000 metros que compusieron el recorrido de la marcha, investigación y lucha para acabar, de una vez por todas, con ese terrible monstruo que asola a muchas personas en nuestra localidad.
Tanto es así que, lamentablemente, pocas son las familias roteñas afortunadas que no conocen el cáncer, ya sea de cerca o de manera más indirecta: una madre o un padre, un hermano o hermana, un amigo o amiga, o un vecino o vecina. Todos conocemos un caso de lucha contra el cáncer en nuestro entorno cercano. Historias de superación que no siempre han acabado con un final feliz. Otros, por suerte, pudieron hacer sonar esa campana de la esperanza. El sonido más esperado por todos. Ellos, esos luchadores incansables, también salieron a la calle para mostrar a aquellos que están pasando un momento difícil en sus vidas, el camino hacia la luz final del túnel. Supervivientes de cáncer de mama, de estómago, de pulmón o de
colon, al que estaba dedicado el evento en esta ocasión. Uno de los más mortíferos del mundo, que a partir de ahora lo será un poco menos. Estará más debilitado, porque Rota, de un puñetazo, lo tumbó sobre la lona. Lanzó un poderoso mensaje. Le hizo ver que,
juntos, somos fuertes y nada nos puede parar, ni siquiera esta horrible enfermedad.
La unión del pueblo roteño fue, después de todo, uno de los aspectos más destacables. Un año más, no decepcionó. En los días previos al comienzo, ya recontado el número de inscripciones, parecía que no se iba a superar el gran objetivo de la barrera de los 4.000 participantes que se celebró en la pasada edición. Las camisetas vendidas durante las semanas previas, de hecho, se quedaron en poco más de 3.500. Aun así, a pocas horas del inicio de la carrera, el corazón roteño volvió a bombear solidaridad una última vez antes del pistoletazo de salida para
elevar la cifra hasta los 3.930 inscritos de forma definitiva. Muchos de los inscritos , por diferentes circunstancias, no pudieron acudir a la marcha físicamente, pero sus mentes y sus corazones estaban con el resto de sus vecinos. Hasta las cataratas del Niágara llegó el efecto Rolucan, desde donde una roteña envió una foto con la camiseta conmemorativa puesta. También desde
Madrid, Oporto, Jerez de la Frontera o Vejer enviaron saludos muchas personas que apoyaron desde tantos kilómetros de distancia. La solidaridad mueve fronteras, se suele decir, y esta vez fue un auténtico sismo que también retumbó en los distintos comercios y establecimientos. Por cada bar, cada rincón, pasó en las semanas previas con el cartel del evento en sus manos el incombustible Leo Almisas. El promotor del evento hizo, una vez más, una labor de difusión sensacional que encontró el
premio más merecido con esa respuesta a la altura por parte del pueblo roteño, tanto en la marcha como en el resto de actividades que se celebraron a lo largo de la jornada, desde las 16:30h. con el inicio de la
batucada.
Música alegre de tambores y panderetas dio comienzo a la VIII Marcha y Carrera Solidaria de Rolucan en el entorno de la Costilla. Desde la céntrica
plaza de la Cantera, en pleno corazón de Rota, arrancó seguidamente uno de los platos fuertes del día: la carrera. Muchas fueron las personas que se calzaron las zapatillas para recorrer los
seis kilómetros de distancia. Atletas reconocidos, entremezclados con otras muchas personas que tienen el atletismo como una afición o, simplemente, no recuerdan ni la última vez que salieron a correr, pero que
esta vez lo hicieron impulsados por un motivo muy especial. Una razón de peso que convertía esta competición en una diferente a todas las demás que se puedan celebrar en todo el calendario deportivo anual. Una carrera emotiva que tuvo un precioso final protagonizado por
Manuel Alcántara y Manuel Gatón. Los dos atletas roteños llegaron a la línea de la meta cogidos de la mano en un precioso gesto de unión. Lo compartido, después de todo, siempre sabe mejor. En el caso de las féminas,
Natalia Alcón fue la primera en llegar. Le siguió la roteña Sara Amar como segunda que, como el resto de sus compañeros, resaltó la importancia de luchar, a través del deporte, por conseguir grandes objetivos. Un objetivo que no se antoja nada fácil, pero bien es sabido eso de que todo aquello que merece la pena en la vida cuesta mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio prolongado en el tiempo.
Concretamente, en este caso, desde 2006 lleva luchando Rolucan, como explicó Sonia Ros en el acto de la entrega de reconocimientos, ya al final de la marcha. Años en los que Rota se ha ido superando poco a poco que, al final, es lo más importante. “Hoy más que nunca somos testigos de que la solidaridad puede lograr mucho cuando nos unimos por una causa tan importante como es el cáncer”, expresó Sonia. “Como el faro que sale este año en nuestro cartel de esta edición, que guía a los navegantes en medio de la tormenta,
vuestra participación ilumina el camino de la esperanza para tantas personas que enfrentan esta enfermedad”, continuó. “Hoy vuestros pasos resuenan con fuerza marcando un antes y un después en esta dura batalla. Sabemos que el camino hacia la cura del cáncer aún es largo, pero no estamos solos.
Seguimos avanzando con la convicción de que unidos como una gran familia podemos superar cualquier obstáculo. Por eso os animo a seguir luchando y apoyando para no perder la esperanza, porque mientras haya personas como vosotros, comprometidas y generosas, habrá motivos para creer en un futuro sin cáncer”.
Una vez finalizada la ronda de intervenciones donde también tomó la palabra el alcalde de Rota, Javier Ruiz Arana, arrancó la actividad zumba sobre el escenario, creando un ambiente de festividad y alegría en toda la plaza de la Cantera; porque, después de todo, de eso también se trataba: de mostrarnos optimistas ante esta terrible situación. Plantar cara al cáncer con una sonrisa en la cara y demostrar que, ni los momentos más difíciles, deben quitarnos motivos para poder siempre sonreír.