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Andalucía

Trabalenguas, cuando la luz de la lengua andaluza luce sin trabas

Con motivo del Día Mundial del Trabalenguas, echamos una ojeada a su vinculación a la tradición oral y musical andaluza

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Este domingo día 10, como cada segundo domingo de noviembre, se conmemora el Día Mundial del Trabalenguas. Aunque este artificio lingüístico no es exclusivo de Andalucía, ni siquiera de la lengua española, sí está muy arraigado en las expresiones culturales andaluzas. Además de disfrutar de algunos ejemplos de estos artificios lingüísticos, comprobaremos cómo los han abordado distintos estudios.

Como herramienta de la tradición oral, su uso sigue vigente en nuestro tiempo, en especial en la etapa infantil, orientado a un uso didáctico. Se emplea para entrenar la dicción entre los menores, así como formar en otros ámbitos lingüísticos, como la ortografía o la gramática. De hecho, sigue apareciendo en infinidad de programas educativos de dicho ciclo.

El ‘Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía. Orientaciones teórico y metodológicas’, de Alberto Alonso Fernández, en el ámbito de los modos de expresión sitúa al trabalenguas entre los géneros menores, junto a otras formas de expresión, como el refrán, la adivinanza, el pregón, el dicho popular, los apodos, las retahílas, el chiste y el piropo.

También lo situaba como objeto de su labor la sociedad El Folklore Español, impulsada por Antonio Machado y Álvarez, Demófilo (el padre de los hermanos Machado y reconocido estudioso del flamenco, entre otros ámbitos de la cultura popular. Publicó poco después ‘El Folklore Andaluz 1882-19883’, del cual, la web del Instituto Andaluz del Flamenco publica algunos textos, entre ellos, un par de trabalenguas:

La cucarachita ha caído del techo y le ha picado a mi madre la vena del hoyo del codo del brazo derecho, y yo le dije: “Salte de ahí, picarondonazo, no le piques a mi madre en la vena del hoyo del codo del derecho brazo”.

Amigo mío, compra buena capa parda, que el que buena capa parda compra, buena capa parda paga; que esté bien hilada, bien bordada y bien acortapitazada, y si no está bien hilada, bien bordada y bien acortapitazada, se llama al hilador, al bordador y al acortapitazador para que la hile, la borde y la acortapitaze mejor.

En la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes podemos encontrar trabalenguas y retahílas en la literatura tradicional andaluza de carácter infantil. Un artículo de José Luis Agundez expone muchos ejemplos de la misma. Gran parte de ellos coinciden en un aspecto a destacar, que se extiende a otras vertientes más allá de la literatura infantil, y es que en muchos casos se trata de piezas cantadas. El aspecto musical va de la mano de los mismos en buena parte de los tradicionales trabalenguas andaluces.

Subrayando ese uso del trabalenguas como juego infantil podemos encontrar en internet multitud de manuales y programas didácticos para escolares que proponen su uso, como el propio portal de recursos educativos de la Junta de Andalucía, Averroes. Uno de los más célebres de cara a su uso entre los pequeños fue llevado al cine en boca de una niña prodigio andaluza en su día, Marisol. Fue recreado décadas después por otra malagueña, en este caso la esteponera Ana Mena, quien interpretó a la propia Pepa Flores en un biopic. Lo recordó en sus redes sociales –que también recogen multitud de ellos- y mostró su habilidad con el trabalenguas:

@iamanamena

Voy a estar compartiendo vuestros dúos?✨aquí os dejo la letra? Había una madre godable, pericotable y tantarantable que tenía un hija godija, pericotija y tantarantija. Un día la madre godable, pericotable y tantarantable le dijo a su hija godija, pericotija y tantarantija: "Hija godija, pericotija y tantarantija ve al monte godonte pericotonte y tantarantonte a tráedme la liebre godiebre, pericotiebre y tantarantiebre" y la hija godija pericotija y tantarantija fue monte godonte, pericotonte y tantarantonte a traer la liebre godiebre, pericotiebre y tantarantiebre

♬ sonido original - Ana Mena

Ese carácter musical está ligado de manera indisoluble al trabalenguas en el habla andaluza. Y no solo cuando se éstos constituyen piezas del ocio infantil. El trabalenguas está también muy presente en la música popular andaluza, practicada por muchas de sus grandes figuras. Conocida de sobra es, por ejemplo, la maestría de Lola Flores con los trabalenguas, ya sea hablados o cantados:

Y ligado, como decimos, a esa musicalidad, el flamenco es un ámbito en el que el trabalenguas también está presente. Así lo subraya la obra ‘Expresiones culturales andaluzas’, coordinada por Juan Agudo e Isidoro Moreno. En la misma analizan el cante flamenco, en el que este tipo de expresión está presente tanto en lo que se refiere al estilo del cantaor que le ejecuta como en las propias letras tradicionales de los cantes.

“Los recursos utilizados en el cante marcan diferencias en estilos y personalidad de cantaores y cantaoras, según su ejecución y su combinación específica”, explica este trabajo. Entre ellos señalan el trabalenguas, entre otros muchos que “se encuentran en el corpus de técnicas interpretativas flamencas”.

Añade que, en “la versificación flamenca se ve sometida a continuas adaptaciones al ajustarse al cante: la métrica queda siempre a merced del compás o la melodía, a cuyo fin resultan frecuentes”, entre otros recursos, los trabalenguas.

Un ejemplo, en este caso alejado del flamenco más hondo, son estas sevillanas corraleras, en una versión más actual:

El uso del trabalenguas en el flamenco, además del empleo de aliteraciones o anáforas, entre otros recursos literarios, sobresale por la velocidad, vertiginosa, en la dicción, desafiando la métrica, en especial en los remates.

En los cantes gaditanos destacan los “tercios cortos, predominio del ritmo, escasez de lamentos, concentración emotivo expresiva, contención de sentimientos, equilibrio constructivo del cante, utilización de recursos propios (salidas, remates, trabalenguas…)”, según describe Catalina León Benítez en ‘El flamenco en Cádiz’ (Editorial Almuzara, 2006), abundando en la descripción de Fernando Quiñones en ‘De Cádiz y sus cantes’ (Seix Barral, 1964 -se sigue reeditando-), como podemos leer en el blog ‘Un minuto y a escena’.

Muchos cantaores señalan a Antonio el Chaqueta como uno de los grandes maestros que mejor ejecutó el trabalenguas en sus cantes. Aquí, un ejemplo, una grabación de 1945:

El Centro Andaluz de Documentación del Flamenco, en el apartado de su web dedicado a la Didáctica del Flamenco aborda en su tercera unidad los tanguillos de Cádiz. Uno de las características que detalla sobre ese palo es el uso del trabalenguas, con esta letrilla como ejemplo:

Pati gurripati del voyati mamelón

la babica es el zapalitrón.

Nati choti glati chaflaete del chuflón

zumba la cachumba del hilete y del botón.

Por supuesto, y como ya hemos podido ver, las nuevas tendencias surgidas desde el flamenco, pero adaptadas a las modas musicales actuales mantienen el trabalenguas como recurso en sus letras y en su manera de interpretar como parte de esa herencia. Podemos verlo en diversos artistas actuales. Como muestra, este tema de Maui de Utrera:

Esa otra expresión cultural andaluza donde brilla su lengua –y vinculada, como hemos visto, al flamenco y la musicalidad en los trabalenguas- es el Carnaval. Y el trabalenguas forma también parte de la tradición en sus letras.

Una de las figuras más referidas por los autores de agrupaciones a la hora de hablar de los trabalenguas es la del gaditano Agustín González, Chimenea. Buen ejemplo puede ser el estribillo de su chirigota ‘Los tunos tunantes’, de 1973:

El escritor gaditano Fernando Quiñones hace referencia a ello en el prólogo que escribió para la ‘Antología del Carnaval de Cádiz 1884-1975’ (editado por Cinterco y la Caja de Ahorros de Jerez en 1984), citado en el blog ‘Los fardos de Pericón’.

El autor vincula el trabalenguas carnavalesco con lo que Leo Spitzer llamó “enumeración caótica” como recurso humorístico. Sostiene que existen letras carnavalescas gaditanas “también generosas en trabalenguas y batiburrillos verbales. Gozan ellas de un instinto de la rima y el metro no menos certero que aquel otro”.

Otro ejemplo, entre los centenares existentes en el Carnaval, en este caso reciente, es el del coro ‘El tango se escribe con tiza’, con letra de Paco Martínez Mora, que homenajea la figura de Antonio Rodríguez, el Tío de la Tiza, autor de primeros del siglo XX y también pródigo en trabalenguas en sus letras, asentando esa tradición en el Carnaval:

En ese mismo texto remite Quiñones al estudio que el mexicano Alfonso Reyes abordó sobre las jitanjáforas –a las que dio nombre-, en el que subraya el uso albertiano de la copla y del que otra entrada del mismo blog cita la ‘Jitanjáfora por bulerías en honor de Pastora Pavón’, de Anselmo González Climent, en su obra ‘Burliverda’.

Otros estudios han destacado el uso de la jitanjáfora, que no deja de ser una suerte de trabalenguas, en la poesía de Rafael Alberti, de manera destacada en sus obras iniciales y, más en concreto, en ‘El alba del alhelí’. Sin embargo, elegimos como ejemplo un fragmento de su poema ‘El Bosco’, recogido en otra obra, ‘A la pintura’:

El diablo liebre,

fiebre,

notiebre,

sepilitiebre,

y su

comitiva,

chiva,

estiva,

silipitriva,

cala,

empala,

desala,

traspala,

apuñala

con su

lavativa.

Esto es solo una muestra de su amplio arraigo en la cultura popular andaluza por este Día Mundial del Trabalenguas, un divertimento lingüístico en el que la luz de la lengua andaluza luce sin trabas.

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