Hasta la Comisión Europea (CE) ha llegado el descontento de una parte del alumnado y del profesorado españoles contrarios al proceso de Bolonia (implantación del EEES).
Las delegaciones de los 46 países que forman el EEES se reúnen el 28 y el 29 de abril en Lovaina (Bélgica) para estudiar los progresos de los dos últimos años y definir nuevas políticas hacia una Europa unida del conocimiento, la educación y la cultura; el año próximo se citarán en Viena y Budapest bajo la presidencia española de la UE.
Asambleas de estudiantes europeos contrarios a Bolonia, incluidos españoles, han anunciado una contracumbre en la misma ciudad y los mismos días.
Los ministros analizarán las políticas de becas, la movilidad, el establecimiento de un marco común de cualificaciones y el aprendizaje durante toda la vida.
La ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, aseguró el mes pasado (cuando aún era responsable de Universidades) que la convergencia del sistema universitario español en Europa marcha “a buen ritmo” y que esto podría comprobarse en Lovaina.
Según dijo entonces, España ha alcanzado ya la “máxima puntuación” en la implementación del EEES en el primero y segundo ciclos de las enseñanzas universitarias.
Sin embargo, el comisario europeo de Educación, Jan Figel, acaba de contradecir tal optimismo de la ministra.
El miércoles pasado, indicó que hay “cierta preocupación” por el “retraso” con que se están introduciendo las reformas en España.
La demora se refiere a la implantación del sistema de créditos europeos para estructurar las asignaturas y a que España ha aplicado “de forma lenta y por separado” los ciclos de máster, doctorado y, por último, de grado (que sustituye a las diplomaturas y licenciaturas).
Tampoco está generalizada la expedición del Suplemento al Título, un anexo que facilita el reconocimiento en toda Europa de lo estudiado en cada carrera.
El comisario también mencionó el “malentendido” que existe sobre lo que significa Bolonia, en alusión a las denuncias estudiantiles sobre un supuesto aumento de tasas de matrícula y la privatización de la universidad pública.
Las palabras de Figel confirmaban de algún modo lo que ha reconocido el Gobierno español, que ha podido faltar información sobre el EEES o al menos no ha calado.
Garmendia y sus colaboradores se han afanado los últimos meses en explicar Bolonia “universidad a universidad”, en la prensa y en internet.
Estos días, la fundación española CYD también ha resaltado los déficits docentes y del modelo de gobierno de las universidades.
El Gobierno ha repetido que el EEES es irreversible y que todas las carreras estarán adaptadas a tiempo, ya que las universidades no podrán ofrecer plazas de nuevo ingreso para planes de estudios antiguos desde el curso 2010-2011.