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Absit Invidia

Descalzos por el Parque

Andalucía afronta la derogación de la Ley de Ordenación Urbanística, decisión que plantea algunas incógnitas.

Publicado: 10/05/2019 ·
09:26
· Actualizado: 10/05/2019 · 10:10
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Autor

Pedro García Vázquez

Pedro García es periodista. Director de Informativos de 7 Televisión y Publicaciones del Sur

Absit Invidia

Con la esperanza de ser entendido por lo que pone, y por lo que no. Eso sí, sin ánimo de ofender ni en castellano, ni en latín

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Robert Redford y Jane Fonda nos regalaron en 1967 una desternillante comedia -inolvidable-, muestra una vez más de que con un puñado de buenos actores y un guión redondo es fácil hacer una película sin necesidad de un gran presupuesto ni espectaculares efectos especiales. Descalzos por el Parque, que así se llama, nos regaló una escena final en la que Redford, borracho, brincaba con los pies desnudos sobre el césped en Washington abrumado por las dosis de espontaneidad de su mujer, que habían provocado una disparatada crisis en el matrimonio. Sirva, pues, de metáfora este caminar de puntillas sobre el Parque para hacer un sencillo homenaje a ese largometraje, y pensar al mismo tiempo en los nuestros, en los nacionales y naturales de Andalucía sobre los que de momento se ciernen cirros, pero me temo que puedan llegar los nublos tras escuchar la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno del pasado martes, ésa en la que se alternan los zascas al pasado con los planteamientos de futuro.
 El nuevo Gobierno andaluz ha anunciado que va a derogar la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía (LOUA) con el objetivo de atraer inversiones, eso sí desde el respeto a la Ley, y ampliando las competencias de los alcaldes en esta materia, hasta el punto de que el silencio administrativo será positivo (a favor del proyecto) si los ayuntamientos no han respondido en el plazo de quince días. Recuerdo tiempos pretéritos, no muy lejanos, en los que las administraciones locales tenían casi plenas competencias en esta materia, y apostaban por el ladrillo para mejorar, entre otras cosas, el mermado estado de sus arcas municipales, mientras que la autoridad tutelante (el Gobierno de la Junta de Andalucía) miraba para otro lado. Que le pregunten a los vecinos de Atlanterra (Cádiz) por Juan Andrés Gil, por ejemplo. O a los de Carboneras (Almería) por el Algarrobico. Aunque podríamos recorrer buena parte de la Costa del Sol para encontrar unos cuentos ejemplos más, aunque no tan simbólicos. Fue la década de los noventa. Con la llegada del boom inmobiliario el sector de la construcción vio en los litorales de buena parte de Andalucía y el Levante español un terreno abonado para acumular beneficios en sus cuentas de resultados. Solo la reacción, tardía en algunos casos, de los colectivos ecologistas puso en guardia a las administraciones y a los tribunales de justicia. No fue casualidad -recurriendo de nuevo al Séptimo Arte- que La Caja 507 de Enrique Urbizu, rodada en 2002, narrase una historia de corrupción basado en un proyecto urbanístico y en el incendio previo de unos montes.
Lanzar un mensaje ambiguo en esta materia es muy peligroso, tanto como relajar la exigencia en zonas de gran protección medioambiental. Por tanto, generación de riqueza sí, sobre todo en esa Andalucía despoblada, pero cuidemos nuestros bosques, y para ello la imagen de Robert Redford, descalzo en el Parque, es una buena referencia nemotécnica.

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