Apenas son unos cincuenta, muy pocos se han quedado desde el primer día, la mayoría van y vienen y durante el tiempo que están despliegan sus conocimientos profesionales (periodistas, informáticos, etc.) para darle la mayor cobertura e impacto mediático al conflicto e intentar buscar soluciones: son la Plataforma de Apoyo Aminatu Haidar.
“Estamos sorprendidos de la repercusión que hemos logrado; se abren periódicos y telediarios con la noticia de Aminatu”, cuenta Carmelo Ramírez, consejero por Nueva Canarias del Cabildo de Gran Canaria y presidente de la Federación Estatal de Instituciones Solidarias con el Sáhara de España.
Desde que Aminatu dejara de subir hace una semana al vestíbulo de la terminal 1, la de los vuelos nacionales e internacionales, la existencia de la huelga pasa inadvertida a los cientos de viajeros que pasan todos los días por Guacimeta, un aeropuerto con 5.625.580 pasajeros al año.
El lugar que ocupaba la activista, sentada o dormitando encima de unas alfombras, la recuerda ahora con un simbólico recinto construido de bancos y carros de equipaje que unos saharauis instalan todos los días hasta las 20.00 horas con carteles sobre Haidar y la causa saharaui y un libro de recogida de firmas; dicen que ya han recolectado más de siete mil.
El campamento de Aminatu se ha trasladado ahora a la zona de oficinas del aparcamiento de las guaguas, un lugar que no transita ningún pasajero, solo empleados del aeropuerto y, sobre todo, los conductores, que están molestos por la invasión de su espacio.
Aunque afirman que nadie lleva la voz cantante y que todos se coordinan “de buena voluntad”, los organizadores visibles de este ejército son en su mayoría españoles: una periodista (Edi Escobar), un ingeniero (Fernando Peraita), un actor (Willy Toledo), un político (Carmelo Ramírez) y una abogada (Inés Miranda).
De la infraestructura se ocupan los miembros del colectivo saharaui de Lanzarote, que son quienes se encargan de encontrar y traer todo lo necesario (comida, alojamiento, etc), y de velar por la seguridad del campamento, de noche y de día.
Los voluntarios de Haidar se mueven constantemente por las dos terminales del aeropuerto para ir al baño, subir a la tienda de periódicos, tomar café o comer algo y sentarse en la cafetería con el ordenador.
Su presencia apenas se percibe ni molesta a los viajeros, aunque todos los empleados del aeropuerto saben quienes son y algunos se quejan de ellos.
“Nos han ocupado el merendero, donde todos, desde empleados de mantenimiento a guardias civiles, vamos a comprar nuestros refrescos allí porque son más baratos que en el aeropuerto”, afirma un empleado, que no se quiere identificar; los dos compañeros que le acompañan mueven la cabeza en señal de apoyar lo que dice, pero no abren la boca.
Las comidas del campamento corren en su mayoría por la cuenta de Pepe, que regenta la cafetería del instituto de Tías y quien casi como un reloj trae comidas a las 14.30 y 21.15 horas; el almuerzo suele consistir en bocadillos (unos 40, con otras tantos refrescos y botellas de agua) y yogures, pero la cena es más contundente: consomé, hígado encebollado, cuscús e incluso paella.
“La cena es siempre caliente y más elaborada, casera, y sirve para compensar que la comida es de bocadillo”, afirma Pepe, que asegura que todos los productos son donados por la asociación de vecinos Los Lirios, aunque también hay otras personas que colaboran en la manutención.
Durante las largas horas de guardia en el aeropuerto, los principales voluntarios se cansan de estar sentados y de pie, de hablar o de estar callados, de leer periódicos e internet o de la misma espera, pero ninguno dice que va a tirar la toalla antes de tiempo porque creen estar viviendo un momento único en sus vidas: ayudar a Aminatu.
Edi Escobar es una periodista sevillana que abandonó el 18 de noviembre su trabajo en un agencia de comunicación y tras organizar el gabinete de prensa de la plataforma de apoyo, junto a otros periodistas, se ha convertido en la asistente personal de la activista.
De hecho, es la única persona que duerme con ella casi todas las noches. “Es una mujer impresionante”, dice.
La mayoría coincide en que lo peor es tener que dormir de noche en el cuarto de los refrescos, con las máquinas rugiendo “todas las noches” y “los ronquidos” desaforados de alguno, según explica el actor Willy Toledo.