Una crónica de Ada Salas Macías y Marcos Sánchez
Pasaban cinco minutos de las 22:00 horas cuando hacían su aparición en el escenario de la jerezana Guarida del Ángel, Robert Jon, Henry James, Steve Maggiora, Warren Murrel y Andrew Espantman, el quinteto californiano Robert Jon and the Wreck, que iniciaba su sexto concierto de los quince que darán en España dentro de una extensa gira europea que los tendrá por aquí hasta bien entrado el mes de Julio.
La banda, en auténtico estado de gracia, nos viene a presentar su maravilloso disco Shine a light on me Brother, uno de los grandes discos destacados de 2021 y que seguro, los pondrá en el disparadero para mayores cotas futuras.
El grupo hizo un recorrido por su discografía a lo largo de 90 minutos en los que sonaron once de sus temas a un ritmo desenfrenado, al tiempo que el público asistente estallaba con cada solo de guitarra del joven Henry James, que atacaba con maestría cada tema dejando entrever su gran potencial, como en ese largo, bonito y melódico punteo hacia el final de The death of me, que dejó al público boquiabierto y en un silencio precioso de casi dos minutos.
Sin embargo, la complicidad entre los cinco miembros es patente durante absolutamente todo el concierto. Desde la dulce Oh miss Caroline que Robert Jon interpreta con una voz exquisita al más puro estilo sureño, hasta la vibrante On the run, interpretada en los bises con una batería que se dispara hasta el final de la canción. Los cinco dan una imagen de banda sólida y más que digna, dando lugar a pasajes que recuerdan desde los más bluseros Allman Brothers, pasando por el tamiz soul de Muscle Shoals y la tradición honkytonk, hasta los más enérgicos Lynyrd Skynyrd o The Black Crowes. Prueba de ello, fue la aparición de una de las cimas de la cita, el cañero tema Waiting for your man, que hizo mover las caderas a más de uno y de una.
A tenor de lo visto encima de las tablas de la mítica sala jerezana, si en disco la banda muestra una solvente mezcla de southern, blues, country y soul, en directo son una máquina perfectamente engrasada con el único objetivo de hacerte mover el esqueleto, algo a lo que nadie podía escapar.
En definitiva, un concierto que hizo las delicias de una audiencia que se notaba ansiosa de vivir un buen concierto de puro rock y que para bien de la escena, abarrotaba una sala que desde bien temprano ya estaba ambientada. No es de extrañar que muy pronto, Robert Jon and the Wreck salgan de estas salas para formar parte de los grandes carteles más influyentes de la música en directo en todo el mundo.
