La primera teniente de alcalde, Carmen Jiménez; el arcipreste de Chiclana, José Manuel Daza; el sacerdote del Hogar de Nazaret de Puente Genil, Manuel Jiménez, y la responsable del Hogar de Nazaret de Chiclana, Antonia Rendón, han presentado los actos que servirán para conmemorar el quinto aniversario del fallecimiento del hermano Pedro Manuel Salado, tras salvar la vida de siete niños en una playa de Ecuador. Así pues, estos actos se desarrollarán el próximo 5 de febrero y consistirán en la inauguración de una estatua que ha creado José Antonio Barberá, evento que dará comienzo a las seis de la tarde en la Plaza Jesús Nazareno, mientras que a las siete y media, el Obispo de la provincia de Cádiz oficiará una misa en la Iglesia San Juan Bautista.
Carmen Jiménez ha recordado que “por este heroico acto, el hermano Salado recibió la Medalla de Oro de la ciudad a título póstumo”, concedida por el Pleno el 25 de octubre de 2012. “Pedro Manuel Salado se fue como vivió, dando su vida por los demás y ahora, después de cinco años de su marcha, el Hogar de Nazareth, el Ayuntamiento y la iglesia queremos rendirle este más que merecido homenaje, que se desarrollará coincidiendo con el día que se cumplen cinco años desde aquel fatídico suceso”, ha manifestado la edil, que también ha incidido en que “creemos que es un homenaje y un reconocimiento más que merecido, puesto que las labores como las realizadas por el hermano Salado para ayudar a los demás son dignas de ser reconocidas, porque siempre ayudó y se dedicó a los que más lo necesitaban, como eran los niños de zonas en las que no es fácil afrontar el día a día”.
Por su parte, Manuel Jiménez ha señalado que “actos como este demuestran hasta donde es capaz de llegar el hombre por el hombre. Vivimos en una sociedad individualista en la que prima el egoismo, pero el hermano Pedro Manuel Salado nos ha demostrado que el hombre es capaz de luchar y morir por el hombre. Tuve la suerte de vivir con él en Ecuador y la labor que realizaba puede ser tildada de impresionante, porque durante muchos años dirigió una escuela de más de 500 niños. Un centro que avanzó mucho gracias a Pedro Manuel, algo que le costó mucho esfuerzo, porque es una ciudad muy pobre. Su misión era cuidar de los niños del Hogar y se dedicaba y entregaba a ellos”. Además, ha manifestado que “es muy importante que no se olvide su memoria, así como la de aquellos hombres y mujeres que dan la vida por los demás. Por ello nos parece un acierto que, desde el Ayuntamiento y las parroquias se le rinda este honor con esta estatua”.
El arcipreste de Chiclana ha destacado que ha conocido de cerca la historia de Pedro Manuel, “porque este verano tuve la suerte de estar en Ecuador y de conocer a seis de los siete niños que salvó, lo que me permitió palpar lo que allí se vivió. Fue una persona que hizo mucho de forma entregada y por ello creo que se merece este reconocimiento. Chiclana puede estar orgullosa de tener una persona que ha dado su vida por amor a los demás y eso es grande y muy importante, haciendo honor al lema del hogar”. Además, ha señalado que “este reconocimiento puede ser el inicio de un camino en el que la Iglesia reconozca la valía y como el amor de Dios se hizo heroico en Pedro Manuel”.
Antonia Rendón ha recordado cómo conoció al hermano Pedro, “cuando llegó al Hogar con su guitarra, que fue lo que ofreció, y desde el principio se le acercaron los niños”. También ha manifestado que el propio Obispo de Ecuador dijo de él que “ha muerto como vivió, entregado a los niños”.
Cabe recordar que el hermano Pedro nació el 1 de enero de 1968 en la calle Francisco Ignacio. Ejerció sus estudios en el CP El Castillo y el Bachillerato en el Poeta García Gutiérrez. Fue miembro del Coro de la Iglesia Mayor, fue muy aficionado a la guitarra lo que le hizo conocer el Hogar de Nazaret, porque tocaba en las misas celebradas en dicho lugar. Integrante del grupo lasaliano Jena, comienza a realizar ayudas pastorales y catequesis, acompañando al hermano Diego en verano a colaborar en el Hogar Lo marca un viaje que realiza al centro ecuménico en Taizé (Francia) en lo espiritual, oración y en el compartir de las celebraciones con la comunidad joven, en la que encuentra su vocación.
En el verano de 1987 es cuando conoce en profundidad el Hogar, al conocer la situación de sufrimiento y abandono en la que tantos niños y jóvenes se encuentran. En 1988 comienza el noviciado en el Hogar en Córdoba (dos años). Emitió los primeros votos el 15 de agosto de 1990, siguiendo en la ciudad cordobesa durante nueve años. En 1999 es destinado a Ecuador, ciudad de Quinidé para reforzar el trabajo que estaba realizando los hermanos en el hogar, donde encontró un gran número de niños y mucha actividad fuera del hogar: escuela, catequesis, formación de catequistas y profesores… No tardaron en llamarle el ‘papi Pedro’.
En el año 2001 asume la dirección de la escuela Santa María de Nazaret, lugar muy conflictivo y difícil que supo llevar y dirigir, siendo nombrado delegado del Obispado en Quinindé. Años duros, ya que le tocó la labor de fortalecer una escuela con solo ocho años de existencia y con más de quinientos alumnos, la mayoría de familias pobres. Conocido ya como ‘El hermano Pedro’, cumplió los objetivos ampliando la enseñanza hasta bachiller. En el año 2008 pide el relevo en la dirección, siguiendo con la docencia y dedicado en plena alma al hogar. Cabe reseñar que en estos años en Ecuador se licenció en Magisterio y Ciencias Humanas y estaba cursando estudios de Filología Inglesa.
El hermano Pedro procuró responder con fidelidad a su vocación, fue un hermano muy cercano, un padre para los niños, un compañero para los profesores de la escuela, un maestro atento para los alumnos y un buen amigo para todos los que lo conocieron.
El domingo 5 de febrero de 2012, la comunidad misionera acude con los niños y niñas que tienen acogidos a una playa cercana a la misión. Con la hermana Juani, acompañan a los niños para que se bañaran en la playa Atacames, sin tener conocimiento de pequeños terremotos en la zona y los riesgos que llevan consigo en el mar. Así, un remolino se llevó a siete de los menores hacia dentro, ante lo que Pedro Manuel Salado no duda en lanzarse para rescatarlos. Tras lograr salvarlos con la ayuda de un hombre que practicaba surf, Pedro Manuel no logró salir del mar por sí mismo y, con los pulmones encharcados, fue trasladado hasta la orilla sin que pudiera sobrevivir.