La correspondencia entre los exiliados republicanos cordobeses Antonio Jaén Morente y Eloy Vaquero Cantillo y algunas personas con relevancia en el franquismo avala que mantuvieron un vínculo afectivo con Córdoba que fue capaz de superar las desavenencias políticas, el enfrentamiento y el odio que se había instalado en la sociedad española.
El material que ha analizado el historiador Manuel Toribio García en tres fuentes, los archivos Histórico-Provincial y Municipal de Córdoba y la documentación que las nietas de Jaén conservan, pone de manifiesto que la relación epistolar de los transterrados con personajes locales relevantes con los que conservaron la amistad, casi siempre en el estatus dirigente, facilitó esa conexión.
A Jaén y Vaquero, primer gobernador y alcalde de Córdoba en la II República, les unía sus ansías de regresar a la ciudad. Ahora, el trabajo del profesor Toribio, que se acaba de jubilar en el mismo edificio, el del Instituto Provincial de Córdoba que dirigió Antonio Jaén bajo la denominación de “Séneca” (hoy es el IES Góngora), le ha ligado un nuevo elemento, la vinculación que conservaron por separado con el lugar donde crecieron políticamente (Jaén era natural de la capital, mientras Vaquero había nacido en Montalbán).
“El vínculo afectivo está ahí”, ha afirmado a Efe Manuel Toribio, que tiene en redacción las conclusiones de su trabajo. “Nunca se perdió la vinculación entre la Córdoba del exilio y la Córdoba franquista”, enfatiza, para remarcar que “cada uno en sus propios ideales, pero mantuvieron el vínculo del afecto”.
Las cuestiones culturales y académicas, el interés por la situación de los amigos de Córdoba y los anhelos por el regreso están presentes en el conjunto de las cartas.
De Eloy Vaquero se conserva la correspondencia con “el prestigioso americanista y archivero”, como lo califica Toribio, José de la Torre y del Cerro, en la que se interesa, por ejemplo, por la biografía de Gonzalo Ximenez de Quesada, escrita por el propio De la Torre, que había situado en Córdoba, y no en Granada, el lugar de nacimiento del conquistador. Fue en una carta desde Tulsa (Oklahoma) el 9 de abril de 1946, cuando era redactor de la revista “The Oil and Gas Journal”.
Vaquero, que al igual que Jaén, no vio cumplido su deseo de regresar a España, le planteó esta opción a José De la Torre. Toribio explica que el 22 de febrero de 1951 éste le manifestó su amistad y comprensión pero le aconsejó que no volviese, y en otra, sin fecha, le dijo que esperaba que "se confirme la noticia" y el "propósito" de su retorno, que "deseamos sus buenos amigos", y le refirió que "aquí no se pasa mal del todo".
Antonio Jaén, del que se tiene más rastro epistolar, se escribió con el archivero municipal y los hermanos del pintor Julio Romero de Torres Angelita y Enrique, éste último, como el archivero, establecido en el estamento dirigente local.
Desde Montevideo, el 8 de octubre de 1950 Jaén Morente le expresa a De la Torre su alegría por las informaciones que le llegan sobre sus amigos.
La vinculación con Córdoba se desarrolla también en la correspondencia que Antonio Jaén mantiene con otros exiliados, como la filósofa María Zambrano, el periodista Fernando Vázquez Ocaña y el ingeniero de caminos Rafael Delgado Benítez.
Éste le escribe el 2 de junio de 1947 desde Caracas: ”No importa, viejo cordobés, no importa que no volvamos nunca ya a Córdoba. Eso es lo de menos. Córdoba se ha venido con nosotros a América”.
Córdoba
Las cartas entre exilio y franquismo prueban el vínculo con Córdoba
Mantuvieron un vínculo afectivo con Córdoba que fue capaz de superar las desavenencias políticas y el odio que se había instalado en la sociedad
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