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Es una tragedia griega (1-2)

Es el más horripilante que nadie jamás pudiera escribir;

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  • Ni la suerte ayuda -

Tal y como rozó el sueño de la posible salvación lo dejó escapar en sólo cinco minutos. Lo que tardó el Málaga en remontar en un partido en el que el Betis mereció más.

Calderón tiraría la casa por la ventana con un once que más ofensivo imposible. Optó por la tripleta conformada por Leo Baptistao, Jorge Molina y Rubén Castro en punta de lanza. Además, recuperaría a tiempo al brasileño Paulao para conformar el eje de la defensa junto a Figueras.
Comenzó el duelo inmerso en un correcalle que poco favorecía a los verdiblancos. Así, la primera clara, clarísima, fue para los malacitanos. En el 12, Santa Cruz recibió libre de marca en el pico del área pero Adán intervino notablemente para salvar el primero de la noche.

Pero el Betis sacó la casta y se fue haciendo con el cuero en la medular. Poco a poco fue cercando el área malaguista, hasta que en el 29 Lolo Reyes hizo saltar al Villamarín con un tanto no exento de la colaboración del meta Willy Caballero, que sorprendentemente no atinó a despejar un chut desde 30 metros del chileno. Pero en la situación del Betis toda ayuda es poca. A esa hora, la salvación se ponía a cinco.


Y seguía arriba el conjunto heliopolitano. Arropado por el aliento de los suyos, los verdiblancos querían más. Rubén y Baptistao estaban muy activos y eran un constante peligro para los visitantes. No obstante, Santa Cruz no estaba pasando desapercibido en sus intervenciones y generaba incertidumbre en cada acción en el área bética.

Pero el Betis rozó el segundo en el 43. Magnífico pase desde la derecha de Leo Baptistao que cabeceó desviado por escasos centímetros el menudo Rubén Castro, que voló para alcanzar ese centro. Una lástima porque casi pudo sentenciar el duelo justo antes del descanso.

Se reanudaría el choque tal y como se fue a vestuarios. Con otra clarísima para los de Calderón. En este caso, pase  magistral desde la izquierda de Castro que no alcanzó abajo Molina en el área pequeña. Portillo quiso responder rápidamente para los de Málaga aunque Adán era más rápido que todos.

Y en el 53, a falta de una dos. Primero en un saque de falta que no logró a rematar Figueras y, seguidamente, centro al corazón del área que remató con la testa Rubén Castro y que se marchó rozando el larguero de Caballero. Se olía el segundo, además lo merecía.

Aunque asustó el conjunto de Schuster en el 58 con un trallazo que se le marchó cruzado al lateral Jesús Gámez. Momento en el que los azulones comenzarían a estirarse sobre el terreno de juego en busca de la igualada. Pero Baptistao pudo matar al rival en el 65. Otra más que erró y que se fue arriba.

Bien Adán de nuevo en el 72 tapando la internada vertiginosa de Juanmi que a punto estuvo de empalar la bola ante la salida del meta madrileño. Y cuando menos lo venía mereciendo, el Málaga hizo el empate en las botas del propio Juanmi. En el 82, gran internada de Amrabat que con la espuela remachó al fondo de las mallas el canterano. Jarro de agua fría. Más aún cuando sólo un minuto después N’Diaye tuvo el partido, solo frente a Caballero y tiró al bulto.

Pero el daño fue aún peor en el 87 cuando Darder metió un auténtico golazo en una nueva contra conducida por Amrabat. La Segunda se rozaba con la palma de la mano. Y claro, así le crecían los enanos porque pudo rascar un punto que de poco iba a servir que bien merecía tras un penalti señalado sobre Paulao. Castro lanzó y se topó con el larguero. El partido de anoche no es más que el epílogo de una historia que para nada está siendo benévola.

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