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España se queda sin premio

Una falta de claridad ofensiva que impidió a los de Manolo Cadenas aprovechar la renta de hasta tres goles (18-21) de la que dispuso en la segunda mitad

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La selección española de balonmano se quedó fuera del podio en el Mundial de Catar, tras caer este domingo en la prórroga por 29-28 ante Polonia, en un encuentro por la medalla de bronce en el que España volvió a sufrir de los mismos problemas ofensivos que ya le apartaron ante Francia de la gran final.

Una falta de claridad ofensiva que impidió a los de Manolo Cadenas aprovechar la renta de hasta tres goles (18-21) de la que dispuso en la segunda mitad, lo que condenó a España a una prórroga en la que Polonia fue más efectiva.

Y es que mientras los eslavos encontraron en el gigantesco pivote Kamil Syprzak el camino hacia el gol en el tiempo extra, España nunca encontró la fórmula para superar a una defensa polaco, beneficiada por el lento y previsible juego de ataque de los españoles.

Circunstancia que condenó a España a jugarse el podio en un ataque final, en el falta a falta, los polacos fueron maniatando a la selección española, hasta obligarla a jugarse el todo por el todo en un imposible lanzamiento de Antonio García, que se estrelló en los brazos polacos.

Problemas ofensivos que ya se evidenciaron desde el comienzo de un choque, en el que a España, todavía anclado en las semifinales ante Francia, le costó un mundo entrar, tal y como confirman los más de siete minutos que los de Manolo Cadenas (3-1) tardaron en anotar su primer gol.

Un bloqueo mental que no desaprovechó Polonia para adquirir rápidamente una ventaja de cuatro tantos (5-1), que condenaba ya de inicio a España a sufrir un auténtico suplicio si quería volver a subir a un podio mundial del que no se baja desde el año 2011.

Meta que parecía alejarse cada vez más para los españoles con los continuos fallos e imprecisiones que caracterizaron al ataque español en el arranque de partido.

Un problema al que añadir el buen hacer del guardameta polaco Slawomir Szmal, que con tres paradas casi consecutivas, incluida una en un contragolpe de Albert Rocas, que parecían condenar a los españoles a revivir la pesadilla sufrida ante el meta francés Thierry Omeyer en las semifinales.

Pero si algo ha demostrado en este Mundial el conjunto español es una encomiable fortaleza mental, que le permite aferrarse a la pista incluso en las peores situaciones.

Tal y como volvió a demostrar hoy ante una Polonia, que poco a poco fue enredándose cada vez más y más en el entramado defensivo español, en el que nuevamente tuvo un papel fundamental el joven cancerbero Gonzalo Pérez de Vargas, que cerró el primer tiempo con casi un cuarenta por ciento de paradas.

Una solidez defensiva que permitió a España mejorar tímidamente el juego ofensivo de la selección, que aferrada al brazo de Antonio García, autor de tres tantos en la primera parte, logró igualar la contienda (13-13) al descanso.

Tablas con las que sólo el de nuevo errático juego ofensivo del equipo español impidió acabar, empeñados como parecieron los de Manolo Cadenas con estropear en ataque el buen hacer de Gonzalo Pérez de Vargas y de la defensa.

Una dinámica que España sólo pudo romper con la exclusiones casi consecutivas del pivote polaco Kamil Syprzak y del extremo Przemyslaw Krajewski, que permitió a los españoles encontrar, por fin, la claridad de ideas de la que habían carecido hasta el momento.

Superioridad numérica que el conjunto español no desaprovechó para abrir una renta de tres tantos (18-21) en el marcador, gracias a la efectividad del extremo Víctor Tomás, que se resarció por completo de su gris encuentro en las semifinales

Una renta que los "hispanos" se encargaron de dilapidar con un sinfín de errores ofensivos, que posibilitaron la reacción de una Polonia que parecía perdida tras quedarse de nuevo con un jugador menos sobre la pista a menos de cuatro minutos para la conclusión.

Exclusión que la selección española no supo aprovechar para cerrar un choque, que un gol a falta de dos segundos del lateral derecho Michal Szyba, máximo anotar de los eslavos con seis tantos, se encargó de llevar (24-24) a la prórroga.

Tiempo añadido en el que España pese a la insistencia de Antonio García y de Víctor Tomas no pudo resolver unos problemas ofensivos, que acabaron constándole la derrota (29-28) y la medalla de bronce.

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