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Esta vez se comió al león (1-2)

Triunfo sevillista en San Mamés gracias a los tantos de Kolo e Iborra que ponen a los de Emery con pie y medio en semifinales

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  • Cruce casi sentenciado -

Las semifinales (salvo catástrofe en la Europa League), son un hecho en el Sevilla, después de lograr ganar en San Mamés y dejar tocado y hundido a un Athletic, sin posibilidad de remontada.

En una primera parte en la que el nerviosismo de ambos equipo y la tensión de un partido europeo tan importante como el que se estaba disputando, dio cabida a una serie de fallos que sin embargo no supieron aprovechar ni vascos ni sevillistas.

Gameiro en los 10 minutos iniciales y posteriormente Vitolo, tuvieron la oportunidad de adelantar el conjunto nervionense que poco a poco, reculó hasta darle más terreno al Athletic sobre el césped.

En suma, al bloque nervionense le tocó recomponer la defensa, ya que Trèmoulinas se retiraría lesionado, dando entrada a Fazio, quien se colocó en el centro junto a Rami, pasando Kolo pasó al lateral izquierdo.

Faltando 15 minutos para el descanso, Artiz Aduriz mandaría un balón provocando una falta peligrosa en la recta final, que no obstante, quedaría en nada.

Con tablas en el luminoso de San Mamés, Sevilla y Athletic enfilarían el vestuario.

Y es que los goles quedarían para un comienzo se segunda mitad absolutamente trepidante, donde el león rápidamente mostraría sus afiladas garras, con una pelota de mucha calidad servida a la cabeza de Aduriz, que en esta ocasión, el delantero de Donostia no desaprovecharía.

Los de Emery vivirían sobre el terreno de juego los peores compases del envite, aunque ni diez minutos, cuando una cesión absurda de Muniaín a Iago Herrerín, caería en el pie de Banega, quien le entregaría el esférico a Kolo, dentro del área grande, para que sin portero bajo los palos, alojara el balón en la meta adversaria; haciendo el empate.

Tocado por la varita mágica, un contraataque conducido en velocidad por el atacante francés del Sevilla, Gameiro, era continuado por un pase en profundidad hacia Iborra, cuyo remate se convertiría en el gol que deja casi sentenciada una eliminatoria de cuartos, de ecuación para el sevillismo, difícil de desestabilizar por el rival. De ahí al final del encuentro, poco o nada más reseñable de un choque que dejó frío a una afición que se estrelló de bruces con el tetracampeón de Europa.

Más mérito si cabe para un Sevilla que en supo vencer a domicilio, algo que si bien en la Liga se resiste, tanto en Copa como en los partidos en la competición del viejo continente, sí rescata cuando se requiere.

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