Wimbledon, el tercer grande de la temporada, comienza este lunes con un interrogante: ¿podrá alguien que no sea el suizo Roger Federer, el serbio Novak Djokovic o el español Rafael Nadal ganar el torneo más prestigioso del curso, donde ese trío ha dominado desde el 2003, permitiendo que únicamente dos veces (2013 y 2016) se les escapara la copa?.
En esas dos ediciones fue el británico Andy Murray quien arrebató la corona a ese "Trío Mágico" que lleva ganados 53 Grand Slams y en total 14 Wimbledons, pero en esta edición la raqueta de Dunblane no participará en los cuadros individuales, por lo que la racha puede continuar, salvo que entre los contendientes salga alguien capaz de desafiar el destino.
Djokovic es el defensor del título, y aspira a ganar el torneo por quinta vez. Y el serbio tiene argumentos para sostener su candidatura.
Fue en Queen's, la antesala del All England donde inició el año pasado un fenomenal sprint con final perdida ante el croata Marin Cilic, título después en la Catedral, campeón en Cincinnati y Abierto de EE.UU., de nuevo campeón en Shanghai y finalista en París-Bercy, inaugurando luego el 2019 con su séptimo Abierto de Australia.
Pero fue en la hierba de Wimbledon donde el de Belgrado tomó el verdadero impulso para rematar una de las mejores temporadas de su carrera, viniendo además de un bache físico y psicológico tras su operación en el codo derecho.
Campeón este año además en Madrid, el serbio solo ha competido en la exhibición The Boodles, ganando su primer partido al chileno Cristian Garín, y cediendo después con el canadiense Dennis Shapovalov. Juega el tercer 'major' sabiendo que independientemente de sus resultados, el 15 de julio seguirá manteniendo su puesto de número uno del mundo.
Semifinalista el pasado año, cuando estuvo muy cerca de lograr su sexta final, Nadal llega este año en situación similar al anterior, colgado de su brazo el título de Roland Garros (duodécimo esta vez) y siguiendo el esquema del 2018, jugando solamente en la exhibición de Hurlingham para mejorar la adaptación a la hierba iniciada en las pistas de Calviá donde se disputa el torneo WTA del Mallorca Open.
En Hurlingham, Nadal no ha logrado ganar sus dos partidos, frente al croata Marin Cilic y el francés Lucas Pouille, pero eso no parece preocupar al español, cuya última final en el All England fue la del 2011.
"He ido mejorando cada día y cada vez me voy sintiendo un poquito mejor. Para mí es un torneo un tanto especial porque llegas sin haber jugado partidos competitivos antes. Tengo tiempo para seguir entrenándome. Estoy con ilusión por seguir el proceso que me tiene que llevar a ser competitivo", dijo Nadal este sábado, cuando toda la atención estaba centrada más que nada en su posible duelo en segunda ronda contra el excéntrico australiano Nick Kyrgios, su verdugo en 2014.
Más energía positiva que Djokovic y Nadal parece tener Roger Federer, que en el inicio de la gira de hierba ganó de nuevo en Halle para sumar allí su décimo título en este torneo, un aliciente más que importante para poder soñar en levantar su novena corona en Wimbledon, con lo que igualaría con Martina Navratilova.
"Es divertido, porque siempre pensáis que nos hemos quitado cosas entre nosotros, lo cual probablemente sea cierto. Pero, al mismo tiempo, también nos hemos empujado a lograr mejores éxitos, a que Rafa mejorara en hierba, Novak en pista dura, yo, no sé, quizás en tierra", dijo el de Basilea al explicar como el "trío mágico" ha evolucionado ayudándose sin quererlo.
"Definitivamente creo que nos hemos vuelto mejores por los otros. No sé si seguiríamos jugando si hubiéramos jugado en épocas diferentes", añadió.
Cuartofinalista el año pasado, el de Basilea compite con 37 años, la misma edad que Feliciano López, ganador por segunda vez de Queen's, aunque en su caso, gracias a una invitación especial, de sobra aprovechada porque el español se hizo además con el título de dobles, junto con Andy Murray.
El francés Adrian Mannarino en Bolduque, el estadounidense Taylor Fritz, en Eatsbourne, y el italiano Lorenzo Sonego en Antalya, completan el cupo de ganadores este año en el camino hacia Wimbledon.
En el cuadro femenino aparece una nueva aspirante al título, que en 2018 ganó la alemana Angelique Kerber. Se trata de la australiana Ashleigh Barty, campeona en Roland Garros, número uno del mundo tras ganar su primer grande en París sobre tierra, y rubricar luego su gran adaptabilidad a cualquier superficie haciéndose con el torneo de Birmingham sobre hierba.
Cuarenta y seis años después de que otra australiana, Margaret Court, lograra coronarse en París, Barty aspira ahora a convertirse en la primera "aussie" en ganar Wimbledon desde que lo lograse su ídolo y mentora Evonne Goolagong, cuando ganó su segundo título aquí en 1980.
Barty ya sabe lo que es ganar en el All England, pues se hizo con el título júnior cuando tenía 15 años, pero también sabe que en este club no ha pasado de la tercera ronda en tres intervenciones anteriores.
La de Ipswich se dio de baja en Eatsbourne para no arriesgar debido a una sobrecarga en el brazo derecho, y aunque la hierba no es su mejor superficie (44 victorias y 13 derrotas) su moral tras ser la primera australiana número uno después de Goolagong hace 43 años, le acredita como una de las grandes favoritas.
No obstante, Barty no dormirá tranquila las dos semanas del torneo. La japonesa Naomi Osaka, a tan solo 118 puntos de Ashleigh, la checa Karolina Pliskova, la holandesa Kiki Bertens y la checa Petra Kvitova pueden desafiar el trono de la australiana.
Pliskova, ganadora en Eatsbourne de su tercer título del año (Brisbane y Roma), las estadounidenses Alison Riske, en Bolduque, y Sofia Kenin en Mallorca, y la francesa Caroline Garcia en Nottingham, son las que con mayor moral llegan este año a Wimbledon.
La cita inglesa es siempre un reto para Garbiñe Muguruza, 25ª favorita y campeona en 2017, y una de las dos españolas junto con Carla Suárez (30) en partir entre las preclasificadas, pero tanto una como la otra llegan con poco bagaje este año sobre hierba.
Muguruza no ha competido en torneo alguno sobre esta superficie, y su último partido fue el de segunda ronda en Wimbledon contra la belga Alison van Uytvank, mientras que Carla si jugó en Eastbourne, pero cedió a las primeras de cambio contra la eslovena Tamara Zidansek.