Ni por votación popular ni por los servicios prestados ni “por ser buena gente”, han servido para que David Galisteo haya tenido una segunda oportunidad, dejando de ser técnico racinguista. La decisión fue tomada en la tarde del martes cuando se le comunicó al jerezano la decisión del club de no seguir contando con él.
Precisamente, minutos después de que se confirmase la determinación de la continuidad de Javier Zafra como secretario técnico. La falta de noticias de los últimos días quedó eclipsado por la celeridad con la que se cerró la renovación de uno y la no continuidad del otro.
Los últimos movimientos y las declaraciones en petit comité apuntaban a que el futuro de Galisteo al frente del banquillo estaba más que en entredicho. La realidad acabada de confirmar los rumores que insinuaba por el cambio de rumbo y por otra apuesta bien diferente. Toda vez, que las miras antes de acabar la temporada no iban precisamente en volver a confiar en el técnico que había conseguido la permanencia en el último suspiro.
En el punto de mira
La temporada no resultó fácil ni sencilla. Los problemas deportivos, la marcha de futbolistas y las dificultades económicas empezaron a marcar un futuro tormentoso. Las primeras jornadas ligueras pronto quedaron en las retinas de los aficionados que suspiraban por certificar otra campaña como la anterior. Con el paso de las semanas, los contratiempos se empezaron a amontonar y el equipo a entrar en barrena, para caer en los puestos de descenso. Tres meses le costó salir de las posiciones calientes de la tabla.
Los nervios de un posible descenso empezaron a comer terreno y las críticas se ciñeron en la imagen visible del entrenador, que comenzó a no ser santo de devoción de buena parte de la grada. Del mismo modo, la junta directiva tuvo que salir al paso y ratificar en el puesto al preparador. Las penurias económicas frenaron, en buena medida, una destitución más que previsible.
El banquillo sigue con su ‘maldición’
Muchos son los inquilinos que han pasado por el banquillo del José del Cuvillo en los últimos años, la demostración lo atestigua el hecho de que en las seis últimas temporadas desde las que van desde el año 2007, cuando cesaron a José Luis Burgueña hasta la actualidad, han sido hasta nueve técnicos diferentes los que han ocupado ese puesto.
Tras el de Barakaldo llegaría el jerezano Carlos Orúe, que a falta de cuatro jornadas para el final, fue el entonces secretario técnico, Javier Otero, el que se hiciera cargo del equipo, tras la renuncia de éste.
A la temporada siguiente, 2008-2009, sería Albert Ferri el que llegase para hacerse cargo del equipo rojiblanco. Al técnico catalán le sucedió en el cargo otro como fue Jordi Fabregat. La campaña siguiente fue el preparador sanluqueño Javier Manzano el que asumiría el cargo de la dirección técnica, pero a falta de cuatro jornadas tendría que ser el secretario técnico, Javier Zafra, el que tomase las riendas para salvar al conjunto portuense de la quema en la última jornada.
La salvación llegó ante el Puerto Real que dirigiese en aquel entonces el chipionero José Antonio Neva. Con la contratación de Paco Corbeto se quiso dar la responsabilidad a un técnico curtido y conocedor de la categoría y de la casa, acabando el ejercicio en la sexta posición, tras una temporada redonda y a punto de meterlo en los play off de ascenso.
La renuncia de éste dio paso al jerezano David Galisteo que cumplió el objetivo de mantener el equipo en la categoría. A pesar de ello, la secretaría técnica ya ha tomado la primera decisión tras la renovación y se empieza a buscar sustituto.
