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El Puerto

La radio según El Puerto

La puntada amanece triste, fría como el mes en curso, ha caído Radio Puerto, ha callado la voz de nuestras costumbres.

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La puntada amanece triste, fría como el mes en curso, ha caído Radio Puerto, ha callado la voz de nuestras costumbres, la radio según El Puerto dejó de existir en un frío comunicado de mediodía, de triste día.

Era bonito escuchar la ciudad desde la alegre voz de Fernando Duran en las mañanas porteñas, era la radio de toda la vida abriendo el balcón de Misericordia a mujeres que llamaban para hacer una quiniela, entrar en un sorteo o realizar una receta.

La información puntual nos llegaba con una voz venida de la campiña jerezana asolerada y hecha a medida por el cariño de tantos años en nuestras ciudad... era Elena Pina, era el boletín en punto.

Sí amigos, era Radio Puerto que se vestía de Semana Santa desde el programa “Llamador” hasta el Domingo de Resurrección.

Fue imborrable un año la narración junto a Pedro Payan, aportando datos, frescura manchega bajo el mando de Pomares y Duran de toda la semana mayor local.

¿Dónde escucharemos el jamón de Palomino, Suimbasa, el Camino Molino Platero con el bar Jamón de fondo, las antenas de Alcaraz invitándote Manolo Borne a los toros en tu sofá?.

¿Dónde será posible ver mientras se emite la publicidad a un “mariquibrido” comprar el pan en “Manolo” y el tabaco en el estanco de “Adolfo”?.

Era Radio Puerto, era la ilusión de Manolo y Luismi en los deportes, la ingratitud de la crítica o la grandeza de los goles de nuestro Racing.

Yo escuché a Borne gritar como subían las torres en una histórica eliminatoria copera contra el Linares, y subían las torres y subía su voz, y subía Merino a rematar un corner de cabeza a la red y las palmas y mejillas de este locutor se subían de tono hasta el paroxismo entre golpes de alegría a una puerta metálica.

Era Radio Puerto, era abordar con respeto a los toreros en el difícil trago del patio de cuadrillas, allí llegaba tímidamente Álvaro González y casi todos los maestros estaban para nuestra radio,e n momentos que les aseguro no es fácil para una persona vestida de luces, se venía arriba el educado Álvaro y se venían arriba los toreros viendo como una persona no les molestaba con la alcachofa y prácticamente les invitaba a saltar a la arena ya casi en hombros de los portuenses.

Y no sé cómo rematar este articulo que es un quejido, un lamento, una melancolia de mi calle Misericordia, apago la radio, se apaga la radio según El Puerto.

 

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