Cuando se forma un nuevo gobierno Vox, de forma tan grandilocuente como excesiva, ha expresado que Pedro Sánchez es un psicópata. Así. De golpe. Sin pestañear. Ciudadanos dice que Sánchez quiere salvar a Sánchez, como único objetivo. Los demás ¿qué pretenden cuando gobiernan? ¿Procurar hundirse? La estupefacción sigue a más. El PP - por medio de un precario licenciado en derecho, por lo que manifiesta- ha dejado un ejemplo palmario de que el silencio puede ocultar a un sabio pero hablar sin medida deja en evidencia a los necios. Lo expresa mejor Michel de Montaigne: “Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis”. Pablo Casado ha dicho las suyas repitiéndolas varias veces y para que lo reflejaran las radios y las televisiones: Que Sánchez nombra a los ministros...¡a dedo! ¿Quién da más? Él mismo. Porque, no contento con lo anterior, la crítica política ha sido de intelectual ilustrado: Sánchez padece “narcisismo patológico” y “no es buena persona”.
¿No puede haber otra manera de hacer oposición? ¿No hay una posible argumentación política de contenido y racional? Se ha producido un cambio profundo del gobierno, se ha prescindido de personalidades muy destacadas que cumplían un papel principal en la estructura del presidente y del gobierno, han desaparecido los que hacían de escudos en el gobierno...y todo eso puede tener aristas que explotar con inteligencia y contundencia. Se opta, sin embargo, por tratar a los ciudadanos como menores de edad, como desmemoriados o, directamente, como estúpidos. Porque los que han salido han sido atacados inmisericordemente cada miércoles en las sesiones de control por los mismos que de pronto descubren sus incontables virtudes. Si eran tan nefastos, lo lógico es alegrarse por ahorrar al país esa pesada carga. ¡Alegría! ¡Han salido varios ministros que habían sido sobradamente criticados!
La remodelación ministerial tiene el mensaje de fondo de rearmar al partido del gobierno de cara a la previsible recuperación -avalada por la Unión Europea, aunque todavía pendiente de la total vacunación de la población- y preparar las elecciones de 2023, en cuyo segundo semestre España ejercerá la presidencia europea. El Partido Popular, que se está beneficiando electoralmente del desfondamiento de Ciudadanos, no podrá mantener la línea de paroxismo político durante todo este tiempo porque la situación de dentro de un año no tendrá mucho que ver con la actual.
