En el capítulo anterior Ámiam, el amigo que conoce mi amigo, entra en la abadía de Perchelius, donde de la mano de Angelote descubre la Flor de la Vida. Tras varios días volvió a sumergirse con buena siesta en el reino de Gominolia, a través en esta ocasión de un nuevo madrigal de Monteverdi. En esta ocasión la Madrigali guerrieri et amorosi no vaticinaba una siesta pacífica. El ángel de la red de redes lo condujo hasta el primero de los diecinueve hexágonos que componían la sombra reflejada a mediodía del Osierón. Le explicó que debía resolver tantos enigmas hasta alcanzar el gran polígono exterior, y entonces conseguiría la preciada flor. En aquella primera casilla encontró un cuaderno, en cuya portada podía leerse Apuntes sobre el Tablut, firmado por Carolus Linneus. Este naturalista de tanta trascendencia en el avance de las ciencias naturales, conoció en Laponia aquel juego de estrategia, que luego desarrollaría en otros más sofisticados. En él las cuadradas casillas eran sustituidas por las naciones del mundo conocido. Relataba en su cuaderno la larga partida con un viejo jefe vikingo Panfilion, descendiente según afirmaba del gran estratega Ivarr Ragnarsson, del que heredó el mágico tablero sobre el que jugarían. Cada jornada suponía el avance de una década en la historia futura. Aquel enero de 1734 fue muy duro, por lo que ambos contendientes tuvieron la oportunidad, confinados en un confortable y cálido gahtie, de jugar hasta 31 partidas consecutivas. Así, el sueco fue anotando en cada página los sucesos de cada década hasta 2034. En especial se centraba en la conformación de las distintas naciones en virtud de anexiones o escisiones, hasta un mapa mundi parecido al actual. Como comprobaba Ámiam, gracias al tablero, el juego adivinaba los conflictos bélicos que se sucederían en estos tres últimos siglos, desde la guerra de los siete años hasta la reciente de Ucrania, pasando por las dos mundiales. La última jugada que emprendieron empezaba en 2025, y Linneo tan sólo pudo escribir dos líneas, ya que su contendiente no quiso seguir jugando. No quiero ver que puede suceder en un mundo en el que los genocidios son tan atroces, con autócratas intocables que se refugian en soflamas patrióticas o fundamentalistas, en el que la vida es cada vez más carente de valor. Ámiam alertado despertó de sus ensoñaciones, resolviendo que el enigma de aquella casilla no era más que el delicado momento que vivimos, y que sintetizaban los versos finales de aquel madrigal: Ahora que el cielo, la tierra y el viento están en silencio, las criaturas salvajes y los pájaros están retenidos en el sueño, y el mar sin olas yace en su lecho, nazco y muero mil veces al día.
Escrito en el metro
Los apuntes de Linneo
Le explicó que debía resolver tantos enigmas hasta alcanzar el gran polígono exterior, y entonces conseguiría la preciada flor
Salvo Tierra
Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial
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Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía
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