Las autoridades francesas dan prioridad a la pista del terrorismo salafista en la decapitación hoy de un empresario, en el marco de un atentado en una planta química del este del país.
Yashim Salhi, empleado de una compañía de paquetería de 35 años, fue arrestado sobre las 10.00 hora local (08.00 GMT) cuando manipulaba botellas de acetona de la planta que el grupo químico estadounidense Air Products tiene en el polígono industrial de Saint-Quentin-Fallavier, cerca de Lyon.
Antes había colgado en la verja de la fábrica la cabeza de su patrón, un empresario francés de 54 años que le contrató en marzo pasado, y la rodeó de banderolas con la inscripción en árabe de la "Chahada", la exaltación de la fe musulmana.
Posteriormente, estrelló la furgoneta de la empresa de reparto en la que trabajaba contra un hangar repleto de bombonas de gas, acetona y aire líquido, según el relato del fiscal de París, François Molins.
La explosión destrozó el coche, desintegró el techo del vehículo y buena parte del almacén.
Pero no causó víctimas, por lo que Salhi se dirigió hacia el otro hangar, donde fue reducido por los bomberos de un parque cercano que acudieron apenas cinco minutos después de la primera explosión.
El cuerpo de la víctima fue hallado junto al vehículo y, unos metros más lejos, un cuchillo que está siendo analizado.
Aunque no quiso dar su nombre, los empleados de la empresa le conocían porque acudía habitualmente a entregar paquetes.
Por eso mismo le abrieron las puertas de la planta, pese a las medidas de seguridad que la rodean por la peligrosidad de los gases que almacena.
Desde el primer momento, las autoridades se inclinaron por el móvil del islamismo radical.
Por un lado, por la puesta en escena que Salhi dio al atentado, con las banderolas radicales islámicas.
Pero también porque su nombre no era ajeno a los servicios secretos franceses.
Aunque no tenía antecedentes, Salhi había sido objeto de un seguimiento especial entre 2006 y 2008 por su cercanía a movimientos radicales islámicos.
No cometió ningún acto que motivara una actuación policial, por lo que los servicios secretos dejaron de seguirle.
Pero entre 2011 y 2014 volvió a llamar la atención de los espías "de forma puntual por sus vínculos con el movimiento salafista de la región de Lyon", indicó Molins.
El fiscal descartó que Salhi contara con cómplices en el interior de la fábrica, aunque reconoció que hay un detenido que varios testigos vieron pasar varias veces ante la empresa antes del atentado. También están arrestadas la esposa y la hermana del sospechoso.
Los hechos causaron estupefacción en la barriada de la localidad de Saint-Priest, en los arrabales de Lyon, donde el presunto terrorista residía junto a su esposa y sus tres hijos y donde los vecinos describen a Salhi como una persona "normal y afable".
Una versión que corroboró su esposa a una emisora de radio antes de ser detenida, al calificar a su familia de "musulmanes normales" y sin dar crédito a los hechos que se le reprochan a su marido.
"No veo el interés en hacer esto", dijo la mujer a la radio "Europe 1", incrédula de que su marido fuera considerado "terrorista".
El presidente francés, François Hollande, que anuló su participación en el Consejo Europeo de Bruselas para convocar un Consejo de Defensa de forma urgente, ordenó elevar el nivel de alerta antiterrorista en la región de Rhone-Alpes durante los próximos tres días.
Hollande descartó que este atentado tenga relación con otros dos que se produjeron en este viernes de Ramadán: uno en la turística localidad tunecina de Susa, donde se contabilizan al menos 37 muertos, y otro en Kuwait, donde el balance es de casi una treintena de víctimas.
La única relación está en "el hecho de que el terrorismo es nuestro adversario, que golpea por todas partes", dijo Hollande, quien pidió "la participación de todos" en el combate contra el terrorismo, tanto en Francia como lejos de sus fronteras.