El socialista Francisco Cuenca vuelve desde hoy a la alcaldía de Granada y lo hace, como en 2016, tras un pleno de investidura atípico y forzado por una crisis municipal previa que le devuelve el bastón de mando que tuvo hasta 2019 y que perdió por un pacto "2+2" PP-Cs en el que fallaron las cuentas.
Los diez concejales del PSOE, los tres votos de Unidas Podemos e Independientes (UP) y los dos de Cs han devuelto a Francisco Cuenca el bastón de mando de una ciudad que gobernará en mayoría pese a un pronóstico que unas horas antes era menos favorable, una nueva muestra de su capacidad de convertir la crisis en oportunidad.
Francisco Cuenca (Granada, 1969) vuelve a ser alcalde y, como pasó en 2016, regresa al cargo en una especie de carambola y gracias a una crisis protagonizada por Cs y PP, los dos partidos encargados de poner los peldaños necesarios para auparle de la oposición a dos años de gobierno.
Diplomado en Educación Física y funcionario de la Junta, este orgulloso vecino de La Chana llega a su segundo mandato con cierto halo de "apagafuegos" después de un mes de crisis interna, las cuatro semanas que han pasado desde que el PP abandonó su pacto con Cs y sus responsabilidades de gobierno y dibujó una especie de puzzle en el que las piezas no han terminado de encajar.
En 2016, Cuenca tomó el relevo a un José Torres Hurtado (PP) que dimitió tras ser detenido por una supuesta trama de corrupción; ahora vuelve para acabar con un gobierno de dos, pero lo hace investigado por tres delitos aún pendientes de su etapa como delegado de la Junta de Andalucía.
Este docente de formación empezó su "oposición" a alcalde en 2011 y aunque aún no ha logrado cuatro años de mandato, ha mejorado sus "notas" en cada proceso electoral hasta convertirse en la lista más votada, dato que le ha facilitad este miércoles volver a liderar la política municipal de esta capital andaluza.
El que fuera delegado provincial de las consejerías de Obras Públicas e Innovación de la Junta hasta finales de 2010 tendrá en la bancada contraria a 17 concejales y las pegas que supone una investigación judicial, aunque vuelve al cargo con la experiencia de haber superado un pleno reprobación (2012) y alguna petición de dimisión.
El nuevo alcalde de Granada, que igual presume de su pasión por el baloncesto que del carné que le abre las puertas del Nuevo Los Cármenes, tendrá ahora dos años para materializar las 40 propuestas con las que impulsó en junio una moción de censura que al final no ha sido necesaria.
Fue su bala en la recámara para solventar la crisis de un supuesto y fallido 2+2, una opción que ahí queda porque, ya lo dice el refranero: "todo es posible en Granada".