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Al compás de Huelva

La Antilla y su precariedad vial

Me dirá el nuevo regidor, que todo llegará, algo que no pongo en duda si se cumplen las perspectivas para urbanizar esas cumbres cercanas al Puerto de El Terrón

Publicado: 23/01/2025 ·
13:20
· Actualizado: 23/01/2025 · 13:20
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  • Finalizan las obras en la calle Barlovento de La Antilla, Lepe -
Autor

J. S. Canales

Periodista onubense con más de medio siglo de carrera profesional y una gran dedicación a su tierra, autor de varios libros y reconocido con el Premio de Periodismo Ciudad de Huelva en 2008

Al compás de Huelva

Plasma la historia reciente de Huelva y toma el pulso de la actualidad onubense, además de ser un altavoz de las necesidades de la capital y la provincia

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La verdad es que abordar este tema no debe significar ni mucho menos no valorar suficientemente algo que resulta positivo y sobre todo aleccionador como es la culminación de una obra o vial o avenida o calle como es la que localizamos como Barlovento, que discurre paralela a la carretera que nos conduce desde el cruce de La Antilla, viniendo de Lepe, hacia El Terrón, un puerto prácticamente “habilitado” para abrigo seguro de la navegación deportiva. Sí, me estoy refiriendo a una zona que hasta ahora estaba a medio hacer y hacía incómodo el acceso a  varias urbanizaciones, como por ejemplo Las Flores, y colindando con ese complejo de unifamiliares considerado como la guinda de una promoción un tanto singular de la playa de mis amores, promovida por Juan Galvín, sin duda un referente para una firma que ha dejado otros precedentes en la zona…

Bueno, ironías aparte, y sí mi más sincera felicitación al todavía flamante alcalde que ha venido a suceder al anterior, don Juan Manuel, ahora con otras responsabilidades desde el Senado, donde estoy seguro de que podrá echar una mano a don Adolfo, y con lo que Lepe y La Antilla, supuestamente, van a tener ayudas y estímulos para una playa que, salvo en construcción de viviendas, como edificios y unifamiliares a los que me acabo de referir a propósito de esa puesta a punto que -leo- “ha contribuido a mejorar la fisonomía de toda  la zona, aportando continuidad a la trama urbana y dotándola de firme, algo insólito desde que se dio vida a la zona, acerado, alumbrado, evacuación de aguas pluviales, aparcamientos y riego con programadores en la zona ajardinada, así como una plataforma de circulación para el tráfico segregado de la peatonal, dotándola de calidad, eficiencia  y seguridad”…

Sí, ironías aparte, don Adolfo y equipo al frente de los destinos turísticos de La Antilla, donde precisamente desde hace más de un mes, y por fin después de quejas y otras inquisitorias, la playa va recuperando esa arena tan fina que ha caracterizado a La Antilla y que, según creo recordar, es la tercera vez que la mano del hombre trata de neutralizar esa perniciosa acción, que se inició a la altura de las últimas construcciones en la zona de Vera de Mar, allí donde puede decirse que arranca la playa en la zona de Levante y con la perspectiva de actuar sobre esa joya conjunta de Lepe e Isla Cristina y conocida como Islantilla, allí donde todo viene a ser diferente, y donde todavía no se puede decir “hasta aquí hemos llegado”. Ah, y luego llegará el anhelado espigón. A todo esto hay que reconocer que Lepe no suele actuar como las circunstancias reclaman después de esos años -¿medio siglo?- en los que nació la Urbanización Vera de Mar, y donde el recordado don Mariano construyó su Hotel Fira, luego reconvertido en residencia para empleados de Abengoa y hoy nuevamente una moderna instalación al servicio de ese turismo que no termina de llegar a La Antilla, precisamente por la carencia de hoteles, y donde algo se espera a continuación de Vera de Mar  para satisfacer ese necesario aporte de unifamiliares y edificios residenciales.

Sí, por supuesto, me dirá el nuevo regidor, que todo llegará, algo que no pongo en duda si se cumplen las perspectivas para urbanizar esas cumbres cercanas al Puerto de El Terrón, y, ¡ojo al dato!, sin olvidar que uno de los aspectos ciertamente negativos de La Antilla es la renovación de pavimentos en calles y avenidas donde el asfalto dijo adiós desde -como digo antes- hace poco más o menos que 50 años. No, no me equivoco y me atrevería a sugerir al señor alcalde que visualice la avenida de Castilla en sus dos prolongaciones, y salvo la zona peatonal, algo descuidada por mor de una arboleda que solo crea problemas al pavimento. La Antilla debería tomar el ejemplo de esa nueva-antigua calle donde se encuentra la iglesia parroquial, y bajo un estricto esquema de prioridades comprobar in situ la avenida del Terrón, y, por supuesto, la avenida del Atlántico… y esa zona que fueron las últimas en ser urbanizadas y algo así como una prolongación de la avenida de Castilla, entre los dos grandes supermercados…

Sí, mi respetado alcalde, no dude en aceptar mi sugerencia y sin esperar demasiado sorprender a propios y extraños con un ambicioso y realista plan de reurbanización de calles, plazas y avenidas ¡Ah!, y por su singularidad, cambiar esa visión de gabela brasileña que ofrece ahora mismo la pseudopeatonalizada calle de Juan Antonio de la Bella, con un aparatoso y apabullante tendido de cables del alumbrado sobre el soporte de postes de hormigón que creíamos solo se utilizaban en zonas sin urbanizar. Sí, créame y, al menos, sea generoso con el asfalto y discrecionales retoques a las zonas ajardinadas, y, como me llegó a decir un cartero, ¡por favor! que a las calles, plazas y avenidas se las conoce por sus nombres, y eso es algo elemental para una zona que suelen juzgar sus visitantes con fines turísticos.

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