Que el hombre es un lobo para el hombre es más antiguo que los caminos. Pero es un lobo para el hombre y para cualquier ser viviente que se cruce en su camino. Y que no se me enfaden los lobos por tan ruín comparación. Por suerte, son los menos los asalvajados, pero los que hay no dejarán nunca de sorprendernos por sus acciones carentes de la más mínima sensibilidad.
La pasada semana, miles de personas se escandalizaron por el caso del individuo de Ayamonte que decidió sacrificar a su perro condenándolo a una infernal agonía. Al iluminado se le ocurrió atar al animal a una gran piedra en la orilla del mar de una de las playas de Ayamonte. Allí, inmovilizado, vería ahogar su vida conforme la marea fuera subiendo. Y así murió. Ahogado. Cruel se queda corto para calificar unos hechos que no son suficientes para que el responsable pase un tiempo entre rejas.
Y es que el Código Penal, en su artículo 337, establece en lo referente a delitos de maltrato animal: “El que por cualquier medio o procedimiento maltrate injustificadamente a un animal doméstico o amansado, causándole la muerte o lesiones que menoscaben gravemente su salud, será castigado con la pena de tres meses a un año de prisión e inhabilitación especial de uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales”.
En este punto hay que tener en cuenta dos aspectos que hacen que este individuo, una vez sea juzgado, no pisará la prisión. Por un lado, que para entrar en la cárcel la pena impuesta tiene que ser superior a los dos años. Y no es el caso. Y por otro, que se puede entrar en prisión si la pena es menor a los dos años siempre y cuando se tengan antecedentes del mismo título penal. Es decir, en este caso, el autor de los hechos tendría que estar previamente condenado por algún delito de maltrato animal. Y tal como confirmaron este lunes a Viva Huelva fuentes de la Guardia Civil, tampoco es el caso.
Llamamiento de la Sociedad Protectora de Animales
Al día siguiente de ser detenido por agentes del Seprona, el personaje quedó en libertad con cargos a la espera de ser juzgado. Como confirmaron las citadas fuentes a este periódico, el cruel agresor argumentó en su defensa que no tenía dinero para sacrificarlo en los términos legales. Se ve que este hombre, además de pobre de espíritu también es pobre, muy pobre, de cartera.
Porque como explicó a Viva Huelva Pepi Martín, de la Sociedad Protectora de Animales Huelva, el precio de un sacrificio digno para un perro no supera los 40 euros. “Queremos hacer un llamamiento a la gente para que sepa que en nuestro colectivo damos posibilidades para sacrificar a los animales sin que sufran, para que tengan una muerte digna, y ofrecemos ayuda a las personas que tengan problemas económicos”.
Para Pepi Martín, el hombre que hizo esto “no puede estar bien de la cabeza”, y explicó que al ver la noticia “no me lo podía creer”, insistiendo en que con colectivos como el suyo se puede evitar que perros como el protagonista de esta triste historia tengan un final de vida tan agónico y cruel.