Se abre en el almanaque una vez más del mes de diciembre con la insoslayable festividad de Santa Bárbara, Patrona de los mineros y de la artillería. Minas de Tharsis, antaña localidad del paso de civilizaciones, arraigada al mito de su discutida tradición, sufrido rincón al que me atan profundos lazos familiares, se dispone a celebrar de la mejor manera los actos en honor de la venerada santa y virgen . La mina, otra vez con su ancestral sabor a eternidad, con su canto diario de desesperanza, ahora que se halla paralizada, con sus sensaciones de oquedades en el recuerdo y al descubierto. Queda lejos ya su penetrante olor a pólvora quemada a la hora de la estampida de los barrenos en las cortas Filón Norte y Sierra Bullones. Aún cimbrean sus átomos lentamente entre los hálitos del aire andevaleño.rememorando olvidos y nostalgias, entre nuevas voces de niños que corretean los lugares donde estuvo ubicada la desaparecida escuela ‘Grande’, donde aprendimos las primeras letras. Abuelos puestos al sol en la plazoleta o en las esquinas del mercado.
Sí, la mina, siempre la mina, ahondando en mi espíritu, removiendo las páginas del recuerdo y alborotando con el aleteo de un grajo en el laberinto de mi cerebro. La mina de mis amarillos versos, se me pone por delante como un niño pequeño y la recojo con mi mejor sentimiento, y tengo sobremanera, ese gozo de entonces atenazado. Y ella, en su soledad mística, alegra su lamento dormido en este día de nuevos encuentros, en este día de la festividad de Santa Bárbara.
El alba rompe el silencio, el sol se asoma como un niño tímido por encima del cerro de la Divisa desde donde se pueden apreciar los humos de Huelva cuando no hay bruma. No se oye el llanto del barreno y el ronquido de las maquinarias, ni los mineros que bajan a la contramina y a los talleres. Todo es como un sueño. Las familias que quedan en la localidad peregrinan henchidas de alegría hacia la iglesia que lleva el nombre de la Santa mártir. El tañido de la campana es de llamada, todos acuden a la misa. Luego, como se viene haciendo todos los años, la efigie de la Santa recorre las calles más importantes de la localidad y es trasladada a hombros hasta el brocal de la corta Sierra Bullones. Allá, ante el inmenso vacío el párroco de Tharsis, en su homilía, tratará sobre la edificante vida de la Santa Patrona, y se oirán los estampidos de los cohetes y ¡Vivas a Santa Bárbara bendita¡, y todos, niños y mayores, al unísono, quiebran sus gargantas elevando sus plegarias a lo etéreo.
Luego, finalizados los actos religiosos se da comienzo a los folclóricos. Tharsis sabe ser así, recoleta, callada y humilde, y es en este día cuando se respira esa unión tan alentadora entre todos los mineros. No puedo finalizar sin reseñar una décima espinela, que titulo Mineros: “Ya bajan a la contramina/a las cinco los mineros/ya sueñan con los luceros/de tal hora matutina/Ya se hallan en la mina/entre fuego y dinamita/ya cada vida de agita/entre hilos de hojalata/tu eres minero la plata/de la gloria más bendita”.