El próximo sábado 11 de octubre a las 22:00 horas, el mundo del Carnaval tendrá una cita en el Gran Teatro de Huelva para celebrar un digno memorial que renueve nuestro cariño hacia el gran músico, carnavalero y sobre todo, una de las personas más impresionantes que he llegado a conocer, Manuel Cordero Fernández. Dicho acto tendrá un coste de 5 euros en patio de butacas y palco y de 3 euros en el resto de asientos y la recaudación irá destinada a la AECC (Asociación Española Contra el Cáncer).
En dicho acto tendremos la oportunidad de disfrutar de agrupaciones de carnaval, afición a la que Cordero dedicó gran parte de su vida. Antologías como la de ‘Los Manolos’, ‘Únicas’, Cristóbal Giraldo, ‘las Niñas’, ‘Los Solistas’, ‘Peña El Farol’ y ‘Los Ciquitraque’, así como La chirigota de Huelva ‘El carnaval Spa relajarse’ y la comparsa de Valverde ‘Los Patatas’. Sirva este homenaje como modelo de referencia y como ejemplo para todos aquellos que tuvimos la suerte de compartir su vida.
Manuel Cordero Fernández nace en Sevilla en abril de 1962. Desde muy pequeño sintió la atracción por la música y a la joven edad de 8 años tocaba con soltura la guitarra. Criado en la Barriada de la Hispanidad, formó parte como guitarrista del Coro Flamenco del Pilar que dirigiera Mari Pulido. Una de sus pasiones era el flamenco, quizás influenciado por el hecho de que su padre fuera el socio 16 de la Peña Flamenca de Huelva. Allí recibiría clases de guitarra flamenca de la mano de los mejores maestros, entre ellos, el padre del fallecido ‘Niño Miguel’. A los 11 años ya destacaba como joven guitarrista, con gran fama entre los más entendidos.
Casado con Quiteria Robles Hernández (Quite), prestigiosa maestra de baile de nuestra ciudad, se produjo una perfecta simbiosis artística que haría que juntos crecieran en el mundo del flamenco y del arte.
Su incorporación al mundo del Carnaval se produjo por mediación de un conocido suyo, quien le invitara a formar parte como guitarrista en la Peña de Enrique Villegas, que fundara Pepe Luis Montero, quien acuñó ese nombre por su amistad con el afamado autor gaditano.
Su dilatada carrera en el mundo del carnaval y su larga lista de premios, le supusieron el reconocimiento del mundo carnavalero, convirtiéndose en uno de los más respetados autores de Huelva y su provincia. Fueron muchos años los que dedicó a dirigir diferentes agrupaciones y a componer los temas que tanto reconocimiento obtuvieron; agrupaciones que marcaron etapas y que están grabadas con letras de oro en las carnestolendas onubenses, siempre, formando un excelente matrimonio artístico con su inseparable Manuel Fernández, que por cierto, hace unos días editó su primer libro de letras de pasodobles, que dedica a su “Compadre” Manuel Cordero. Esta unión artística les hizo ser conocido en el mundo carnavalesco como ‘Los Manolos’. Su larga trayectoria en el mundo del carnaval nunca terminará y quedará reconocida para siempre. Pocas horas antes de su fallecimiento recibiría la insignia de oro del Carnaval Colombino en un entrañable acto que quedará fijado para siempre en la memoria de las pocas y elegidas personas que estuvieron en ese acto.
Manolo fue una persona que enarbolaba la bandera de la humildad. Quienes tuvimos la suerte de formar parte de su elenco de amistades, podemos decir con razón que se trataba de una persona que derrochaba humanidad, sencillez (a pesar de tener motivos más que suficientes de presumir), gran amante de la fiesta carnavalera y con un exquisito gusto musical.
Pero el destino quiso que su vida fuera demasiado corta. Como diría el día de su fallecimiento en su perfil de Facebook Jesús Roa, uno de sus grandes amigos , estaba convencido de que en el cielo necesitaban a un gran músico, con buenas manos en la guitarra y amante del carnaval, pues de otra forma no era concebible que hiciera tan pronto sus maletas para emprender ese viaje.
A todos nos dejó sobrecogidos su entereza cuando estaba a punto de emprender la marcha, dándonos una clara lección de vida y demostrando hasta el último momento la calidad humana que Manolo poseía. Por todo ello y por mucho más, después de un año, el mundo del Carnaval aún siente su perdida.