Ni esta boca es mía ha dicho la Junta de Andalucía desde que el 26 de julio el alcalde de Jaén, José Enrique Fernández de Moya, entregara las llaves del sistema tranviario al Gobierno andaluz en Sevilla. Un mes después, la mayor inversión realizada en la ciudad de Jaén languidece sin que ninguna administración quiera hacerse cargo de ella. Los 120 millones de euros gastados por la Junta de Andalucía en el trazado del tranvía se han convertido, más de dos años después de que se paralizara su puesta en marcha, en la inversión baldía más alta que han sufrido los vecinos de la capital, que han visto cómo este transporte dividía geográfica y sentimentalmente a los jienenses.
Según informaron fuentes municipales a VIVA JAÉN, el sistema tranviario está completamente abandonado. Ya no hay vigilancia en las cocheras de Vaciacostales, donde los cinco convoyes, que costaron 30 millones de euros y de los que aún no se ha pagado un sólo euro, se oxidan a la espera de una decisión política. Tan sólo la Policía Local patrulla de vez en cuando por las dependencias del transporte que iba a cambiar la capital y al que el alcalde definió desde un principio como un capricho político. Ayer, ya podían apreciarse intentos para desmantelar el césped artificial que se instaló en gran parte del recorrido, aunque su fuerte fijación ha impedido que en varios tramos desaparezcan los brotes verdes más caros de la historia de Jaén.
