La ciudad se prepara para que hosteleros, hoteleros y comercios respiren tras los largos meses de barchecho invernal
La ciudad se viste poco a poco de Semana Santa y establecimientos hoteleros, bares, restaurantes, cafeterías, pubes, discotecas y comercios se preparan para recibir una inyección que tras los meses de barbecho invernales llegan cada año con la Primavera y la Semana de Pasión. Contarán estas tradicionales fiestas con apasionados seguidores (los más, no nos engañemos) y detractores, pero lo que es incuestionable es que se convierte en una inyección económica para una ciudad y una provincia que tras la campaña de aceituna se encuentra nuevamente con el drama del paro y con un horizonte que se hace cuesta arriba si tenemos en cuenta la dependencia de Jaén del cultivo del olivar. El comercio y la hostelería saben de la importancia de esta cita y no han escatimado en ideas que atraigan a los consumidores, más que en inversiones, que no está el patio para esos dispendios. Tapas especialmente creadas para la Semana Santa o escaparates alusivos a la Semana Santa y a su tradición, están listos ya para comulgar con una ciudad que nuevamente se echará a la calle y que, con fe o sin ella, tratará de olvidar los sinsabores del día a día y de aliviar los sentidos con una de las tradiciones más bellas desde la plástica y desde el sentimiento cofrade. Y además lo hará con un embellecido casco antiguo de surfinias moradas y blancas, mientras llega la hora de cambiar la triste fisonomía de la zona histórica de la ciudad, que corona el máximo exponente del Renacimiento andaluz, la Catedral de Jaén.