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Jaén

El tiempo indulta a la Borriquilla

La lluvia permitió que la Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Salud enterrado en Jerusalén, María Santísima de la Paz, San Pedro, San Juan y Santiago Apóstoles recorriera, entre palmas y olivos, las calles de Jaén

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  • La borriquilla en la Carrera -

Permitió el tiempo que Jaén viviera una gloriosa mañana de Domingo de Ramos con fervor y devoción. Detuvo el cielo la lluvia para que el silencio de cientos de jienenses escucharan en la Plaza Virgen de la Paz los tres golpes que anuncian la Pasión jienense. Es la ‘Llamá’, una de las tradiciones más arraigadas en la capital: “¡Quién va!” “La Hermandad en corporación”.


De este modo, y entre aplausos y vítores, la imagen titular de ‘Jesús entrando en Jerusalén’, del prestigioso imaginero Antonio J. Dubé, irrumpió en la Semana Santa de Jaén, con el gesto sobrio y enjuto de Nuestro Padre Jesús de la Salud, que desde la penumbra del interior de la Parroquia de Nuestra Señora de Belén y San Roque, fue arropado por el cariño y la devoción de Jaén, sabedor de que su triunfal entrada en Jerusalén, pronto marchitaría, pero para dar paso a la Gloria de la Resurrección.


Jesús, mecido por la  ‘Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Despojado de Jaén’, ayudó a los costaleros a salvar la altura de la puerta y su esfuerzo fue recompensado con la ovación de los fieles que se agolpaban en la plaza, aliviados, porque finalmente la lluvia había respetado el inicio de la Semana Santa en la capital. Eran las once de la mañana cuando Jesús y sus discípulos encaraban la Cuesta de la Virgen, y las túnicas, capas y caperuces blancos, con fajín azul, anunciaban la llegada del Mesías.


Mientras tanto, el luto de las  mantillas volvía a silenciar la plaza hasta que el son de la Banda de Música Nuestra Señora de la Amargura abría paso al dolor de María Santísima de la Paz hasta la puerta del templo, donde, nuevamente, los costaleros, convirtieron en arte la salida de la imagen, también de Dubé, bajo palio. Y como antaño se levantaran los pasos en Jaén, despacio, poco a poco, a pulso como si no quisieran despertar el dolor de la Madre, María Santísima siguió la estela de su Hijo, dando cumplida cuenta del fervor de un pueblo, el de Jaén, que cada Domingo de Ramos, sale a la calle a recordar cómo Jesús lavó sus venas con el pecado de todos los mortales.

Comitiva
Ya en la calle, la comitiva recorrió la avenida de Madrid para recibir la venia que la llevara a su paso triunfal por la tribuna, mientras miles de jieneneses sacaban sus palmas y ramas de olivo y las mecían al paso de los nazarenos.  Mientras, de reojo, miraban al cielo, que de vez en cuando, robaba luz al cortejo procesional, dirigido por su hermano mayor, David Fernández. Las Hermanitas de los Pobras recibieron las palmas ofrecidas testimonialmente por Nuestro Padre Jesús de la Salud, María Santísima de la Paz y los apóstoles San Pedro, San Juan y Santiago y cuatro horas y media después, la procesión volvía a la Parroquia de Nuestra Señora de Belén y San Roque tras despertar, una año más, la devoción de los jienenses por una  Semana Santa que ya huele a incienso y trae el recuerdo intangible de la pasión y muerte de Jesús el Nazareno.

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