Salvo cambio poco probable en los próximos días, el pico del nivel del polen de olivo de esta temporada se produjo el pasado 22 de mayo, con 5.650 granos por metro cúbico de aire. En la última semana, esa cifra no ha parado de descender. Con esos niveles, los expertos consultados vaticinan una cosecha oleícola tres veces inferior a la del pasado año (que estuvo por encima de las 503.000 toneladas de aceite), cuando el pico fue de 16.902 granos de polen, y casi cuatro veces menor que hace tres años, cuando el pico del polen llegó a 19.840.
Esos pronósticos no hacen más que confirmar la vecería en el olivar, con una secuencia donde se intercalan de forma sucesiva años de buena y mala cosechas. Y si 5.650 acaba siendo el pico de polen de olivo mayor de esta temporada de polinización del olivo, significará la cifra más baja desde que en 2010 se comenzó a medir el polen en el Complejo Hospitalario de Jaén, Una cifra que supondrá en torno a un tercio de la del año pasado, que fue de 16.902 granos por metro cúbico de aire, y también lejos de la de hace dos años que fue de 11.089 o el récord establecido hace tres años, con 19.840. Si, finalmente, acaba confirmándose la reducción de cosecha para la próxima campaña, consecuencia de los bajos niveles de polinización, se dará la razón a las organizaciones agrarias que ya vienen sosteniendo esa teoría, un discurso que quieren hacer valer para alejar la creencia de una sobreproducción. Y es que, en el sector oleícola se achaca, en parte, la escalada en los precios del aceite de oliva al bulo (cada vez más extendido) de que habrá abundancia de aceite en la próxima campaña. “Es totalmente falso que exista excedente de producto”, ha espetado el secretario provincial de COAG-Jaén, Juan Luis Ávila, convencido de que “no habrá superproducción de aceite en la campaña venidera”.
A tenor de los datos de enlace de campaña ofrecidos por el Consejo Oleícola Internacional (COI) y las previsiones de producción, la COAG cree que las razones para la subida de precios son “artificiales”. Pues, aunque en España, en el mejor de los escenarios, la próxima campaña fuese superior a la actual (algo que se antoja difícil si se parte de una caída importante en Jaén, la principal provincia productora), no vendría a compensar la importante reducción que se producirá en el resto de países productores, algo que ya se da por seguro. Sin embargo, el hecho de que la lluvia ha llegado tarde al olivar en esta campaña y que la floración del olivo, además de retrasada, es muy inferior a la de otros años, son síntomas inequívocos de un descenso notable de cosecha.