El dispositivo de seguridad que se desplegó ayer en el entorno del Teatro Villamarta se impuso con claridad a manifestantes y curiosos, que de manera conjunta sumaron pocos cientos de personas. Los accesos a la plaza Romero Martínez quedaron totalmente bloqueados sobre las once de la mañana, colocándose vallas a mediación de la calle Medina, en la confluencia entre Cerrón y Arcos, y en la calle Bodegas.
En este último lugar se había apostado una decena de jóvenes con intención de saludar la llegada del Príncipe con una bandera de la II República. La torpe actuación policial -desplazando una y otra vez la valla y colocando incluso un furgón para obstaculizar la visión de los manifestantes- provocó algún conato de enfrentamiento entre las partes que en ningún caso llegó a mayores. Escenas similares se vivieron poco después en la confluencia de Cerrón y Arcos.
También aprovecharon la celebración de este evento algunos de los afectados hace ya más de un año por el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) del Ayuntamiento, que como es habitual descargaron su ira contra la alcaldesa, María José García-Pelayo.
El coche del Príncipe de Asturias estacionó a pocos metros de la escalinata de acceso al Teatro Villamarta, lugar en el que fue recibido por la propia alcaldesa y por la presidenta de la Junta, Susana Díaz. Se escuchó algún grito lejano, pero poco más.
Algo parecido ocurrió una vez finalizado el acto inaugural del congreso. La caravana tomó dirección a calle Honda para buscar desde allí la salida hacia el Polo Aeronáutico, lugar en el que el Príncipe de Asturias tenía previsto visitar la planta de Carbures y entrevistarse con las organizaciones empresariales de la provincia de Cádiz. Allí sí hubo ocasión de que los trabajadores de la factoría compartieran unos minutos con don Felipe de Borbón.