Un jueves, el 26 de mayo de 1831, la vida de una joven de 26 años se apagó en el Campo del Triunfo de Granada, mientras miraba hacia la multitud reunida que presenciaba su ejecución por garrote vil. Esa joven era Mariana Pineda, una heroína cuyo nombre resonaría a través de los tiempos como un símbolo de valentía y compromiso con la libertad.
¿Qué crimen había cometido esta joven para enfrentar semejante destino? Su única “culpa” fue tener en su poder una bandera revolucionaria a medio bordar que llevaba las palabras “Libertad, Igualdad, Ley”. Pero esta bandera, un símbolo de esperanza y resistencia, se convirtió en una amenaza para el régimen absolutista de Fernando VII, el rey de España en ese entonces. Mariana Pineda era mucho más que una joven con una bandera en sus manos; era una mujer con convicciones profundas y un corazón ardiente por la justicia y la libertad.
Pero la lucha por la libertad no era un camino sin obstáculos. A medida que el poder absoluto de Fernando VII se restablecía, Mariana se encontró en medio de una represión brutal. A pesar de las dificultades, Mariana no cedió. Conoció a Casimiro Brodett y Carbone, un militar que compartía sus ideales liberales. Aunque su relación no pudo llegar a un matrimonio debido a la política, el amor por la libertad los unió en espíritu.
En 1828, Mariana demostró su astucia y coraje al ayudar a su primo a escapar de la prisión. Su valentía y determinación eran innegables. Sin embargo, sus acciones la pusieron en el radar de Ramón Pedrosa y Andrade, el alcalde del crimen de Granada. Una artimaña lo llevó a encontrar una bandera revolucionaria en el hogar de Mariana, y eso marcó el comienzo del fin para ella. Detenida y acusada de conspiración, Mariana enfrentó un juicio injusto pero mantuvo su lealtad a sus ideales y compañeros.
A medida que avanzaba el juicio, Mariana se enfrentó a una decisión desgarradora: delatar a sus compañeros para salvar su vida o mantener su dignidad y valentía hasta el final. Optó por lo último, convirtiéndose en un símbolo duradero de resistencia y lealtad. “Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios”.
Una bandera, un beso no consentido, una demanda de divorcio… ¿qué más da? Siempre la Historia nos demuestra el precio tan alto que pagan las mujeres por la lucha por la libertad.