Cientos de niños y niñas de familias desestructuradas encuentran cobijo gracias a gente con el corazón inmenso, como el de
María Dolores Nicolás. Ella lleva 9 años acogiendo a pequeños para darle un cariño temporal mientras su vida se reordena. Al final, terminan siendo un miembro más de su familia.
“Ellos vienen con sus mochilitas y sus historias. Y cada uno es un mundo. Hay de todo”. Ha acogido a cinco bebés recién nacidos, tres de ellos que apenas tenían días. Algunos con el llamado
síndrome de abstinencia neonatal, que se da cuando un bebé se expone a las drogas antes de nacer, mientras está en el vientre de su mamá.
“Afortunadamente salen todos bien y esa es nuestra recompensa. Verlos que en unos meses se recuperan y salen sanos para tener una vida más normalizada”. Lo hace por ese motivo: porque sabe que salen adelante. Son “
sus niños” y tiene fotos de todos, se sabe el día de sus cumpleaños y siempre busca la manera de saber de ellos. Mantiene los recuerdos. Y no entiende cómo hay gente que le pregunta: ¿Cómo puedes hacerlo? “Lo hago como algo normal. Sabes que han tenido una oportunidad que antes no tenían”.
El acogimiento puede ser de
urgencia (por un periodo de hasta seis meses), temporal (por un máximo de dos años) o
permanente (hasta la mayoría de edad o la adopción). Desde bebés recién nacidos a jóvenes de 12 o 13 años pueden salir adelante gracias al altruismo de personas como María Dolores y, sobre todo, gracias a la labor de la
fundación Hogar Abierto en Málaga.
Se necesitan más familias que acojan de urgencia, durante seis meses. La demanda es cada vez mayor, por lo que hacen llamamiento a las personas que estén dispuestas a ayudar. El objetivo es que los pequeños no entren en un centro de protección, sino que puedan permanecer en un núcleo familiar para que tengan una vida más parecida a la del resto de los niños.
Abandono, maltrato o drogadicción
Son pequeños que necesitan ese puente hacia una vida más digna y sana. Que han sufrido
abandono, maltrato o problemas de
drogadicción. “Llegan muy dañados y necesitan una oportunidad de conocer un modelo de familia habitual, para darles esas estrategias para que en el día de mañana puedan decidir”, explica Beatriz Hernández, trabajadora social.
“Cuesta encontrar familias preparadas para casos más especializados como grupos de hermanos, que se intenta no separarlos, o niños a partir de 13 años”, reconoce Hernández, que confía en la bondad de la gente. “Cada vez hay más familias, afortunadamente”.
“Aquí somos todos como una familia. Trabajadores sociales, psicólogos… tenemos mucha vinculación”. Recomienda a la gente que dé ese primer paso para que la familia vaya creciendo. “Hay que darles lo mejor a los niños, enseñarles que hay buena gente en el mundo y que no solo hay malos tratos”, reflexiona María Dolores, que espera con ganas a otro pequeño al que regalarse sonrisas sin pedir nada a cambio.
Actualmente, Hogar Abierto tiene a
240 niños y niñas en familias de acogida, pero es un dato que debe crecer. “La ofrecemos la calidez inmediata de un entorno familiar. No hay que dejarse llevar solo por el espíritu navideño: es un compromiso para seis meses”, añade Elena Lumbreras, psicóloga de la fundación.
Desde su ámbito, el de la
psicología, acompañan tanto a los acogedores como a los niños acogidos. Sirven apoyo psicológico para ofrecerles “herramientas” para gestionarlo. Incluso con los hijos biológicos de ciertas familias que puedan llegar a no entender el porqué sus padres quieren ayudar a un niño “extraño”.
Los interesados pueden ponerse en contacto con Hogar Abierto en el
teléfono 900 10 32 85 . Existe una remuneración económica para las familias por parte de la Junta de Andalucía, que colabora en el proceso de protección a menores.