14 de marzo de 2020,
tres años del inicio del Estado de Alarma. De la pandemia de forma visible apenas quedan las mascarillas y en muy pocos espacios aún son obligatorias, pero el recuerdo de aquellos momentos
sigue siendo una pesadilla y una herida abierta para muchos.
Fue un cambio de 360 grados. Empeoró la
calidad de vida de los enfermos crónicos, se dispararon los casos de
problemas de salud mental y 15.881 familias tuvieron que decir adiós a sus seres queridos. Durante los picos de mayor incidencia las visitas a los hospitales estaban prohibidas y los pacientes “morían sin sus familias”, pero “
no morían solos, nunca estuvieron solos”, ha dicho Ana Belén Romero, supervisora de Enfermería del Hospital Clínico, recordando aquellos meses.
Ella y su equipo estuvieron “unidas y luchando con fuerza y profesionalidad” para atender a los pacientes “desde que ingresaban y hasta que terminaba su vida”. Se queda con esa “unión” y lanza un mensaje: “
Las familias se tienen que quedar tranquilas,
porque se iban tranquilos, estaban siempre acompañados por nosotras, estuvimos todo el tiempo”.
“No podían ver a sus familias y nosotros éramos para el paciente el único vínculo con la vida”, ha confesado José Antonio Ortega, gerente del hospital. “
He visto a profesionales llorar angustiados por la impotencia” al ver marcharse vidas todos los días. Fue “tremendamente duro”, porque los sanitarios “amamos la vida y luchamos por no perder a nadie”. Lo “mejor” fue el trabajo de “matrícula de honor para todos los profesionales”, con unos servicios actuando “bajo un criterio único y
formando equipos multidisciplinares”.
Toda la plantilla de centros de salud y hospitales se enfrentaron a una enfermedad desconocida,
trabajaban a “contrarreloj” y en situaciones “precarias”. “Hemos tenido que hacer un número de PCR elevado, era mañana, tarde y noche”, ha indicado Encarnación Clavijo, jefa del servicio de Microbiología del Hospital Clínico. No se olvida del
“miedo” de los médicos y de los familiares que “llamaban continuamente” en la búsqueda del resultado. Como “mínimo” este servicio ha realizado
“unas 300.000” pruebas.
Un tercer aniversario que sirve para “recordar y reflexionar”. En nombre de la población y del tercer sector, Alfredo de Pablos, presidente de Málaga accesible, cree que es el momento de que “todos pensemos lo que se hizo en aquel momento y s
entirnos orgullosos de la sociedad, de nosotros y de nuestros profesionales”.
Un día de memoria que ha acabado en
un minuto de silencio y en
aplausos, como se hacía a las ocho de la tarde.