Silente y amenazante. El amianto ha formado parte del paisaje de los talleres de Renfe en Los Prados en los últimos treinta años. A principios de los 80 se trabajaba con este material peligroso para la salud con total tranquilidad, se desconocían las terribles consecuencias de una prolongada exposición. Desde el 2002 está prohibido su uso, pero antes se utilizaba de forma generalizada como aislante. La plantilla de Los Prados sabe muy bien de las devastadoras secuelas del amianto. Los operarios trabajaban sin protección alguna y manejaban con total desconocimiento este mineral de bajo coste y muy eficaz en los aislamientos.
Ha sido durante lustros el revestimiento de los vagones de viajeros. Pero esta bomba de relojería pervive todavía en los techos de estos talleres, concretamente en la uralita, apunta José Antonio Aguilar, representante de CCOO en Los Prados.
El cáncer de pulmón, los mesoteliomas, tumores del tracto gastrointestinal y de laringe son las principales causas de muerte de las personas expuestas durante décadas al amianto. En Los Prados, los casos de afectados con cánceres se han disparado en los últimos años, de forma paralela a las demandas judiciales por graves secuelas y fallecimiento por la inhalación de este material letal para la salud. “Allí hemos respirado amianto por todos lados; en el taller hemos vivido y vivimos con el permiso del enterrador”, considera Aguilar.
El polvo de este material nocivo se depositaba en la ropa de trabajo y se llevaban el amianto “a la casa”. “Hay familias afectadas por respirar esas fibras”. “Se han ganado todas las sentencias judiciales que conocemos, con indemnizaciones a las familia”, declara Aguilar, quien recalca la “dificultad” de demostrar en los tribunales la enfermedad profesional a causa del amianto.
Así, la plantilla se somete anualmente a unos reconocimientos médicos y cada dos se les practica pruebas de alta resolución, como tacs especiales. Según Aguilar, a la mitad de los trabajadores se les ha detectado algún nódulo en el pulmón que “hay que vigilar”, “varios compañeros tienen riñones y pulmones extirpados, tumores malignos de laringe, estómago”, a los que se han sumado casos de leucemia por culpa del benceno, un componente químico de los materiales para pintar los vagones.
La uralita ha desencadenado inquietud y preocupación entre los obreros de este taller ferroviario malagueño, quienes han reclamado en sucesivas ocasiones a Renfe la retirada de estos tejados y que sean sustituidos por placas solares.
El representante sindical asegura que la compañía se muestra reticente, porque resulta “muy costoso” el desmantelamiento de estas uralitas, cuya operación podría durar unos seis meses. “Estamos muy preocupados. Hablamos con la empresa y por nuestra salud estamos dispuestos a firmar un acuerdo para un Erte temporal, pero parece que no van a hacer nada hasta que se vean obligados en una sentencia judicial”, explica Aguilar, quien agrega que la mayoría de los talleres de Renfe en España están techados con uralita. “Es más difícil que las retiren de una vez”.
El portavoz sindical informa de que aprovecharán el próximo juicio previsto para marzo para manifestarse en las puertas de la Ciudad de la Justicia y reclamar la retirada de la uralita.