El Congreso de Estados Unidos aprobó hoy un proyecto de ley que suaviza la reforma financiera impulsada por el Gobierno de Barack Obama (2009-2016) tras la crisis de 2008.
Con 258 votos a favor y 159 en contra, la Cámara de Representantes dio hoy su visto bueno a la ley, después de que el Senado aprobara el texto el pasado mes de marzo, por lo que apenas resta la rúbrica del presidente Donald Trump para que entre en vigor.
La ley conocida como Dodd-Frank reforzaba las exigencias de capital de respaldo a los bancos, les obligaba a llevar a cabo test de resistencia anuales para mostrar su fortaleza y prohibía a las entidades financieras dedicarse a actividades de alto riesgo con el dinero de sus clientes.
Pese a que los expertos han reconocido la contribución de la reforma a la recuperación del país, Trump ha calificado la ley Dodd-Frank como un "desastre" porque a su juicio supone un freno al acceso al crédito y, por ende, a la expansión económica.
El mandatario ha prometido en numerosas ocasiones revocarla, para lo cual ya ha dado pasos limitados a través de órdenes ejecutivas.
Sin embargo, la ley aprobada hoy básicamente suaviza las restricciones y la vigilancia a los pequeños bancos y a los pequeños prestamistas, dejando en pie varios pilares de control financiero impulsados por Obama.
De esta forma, el texto aprobado hoy eleva de 50.000 millones a 250.000 millones de dólares en activos el umbral bajo el que se considera a los bancos "demasiado grandes para quebrar", lo que exime a un buen número de entidades financieras de normas ideadas para proteger al contribuyente.
Los bancos extranjeros con capital en Estados Unidos seguirán sometidos a la supervisión de la ley Dodd-Frank si sus activos globales superan los 250.000 millones de dólares, independientemente del monto de su inversión en territorio estadounidense.
Los legisladores republicanos dijeron que el proyecto de ley pretende ayudar a los pequeños bancos y cooperativas de ahorro y crédito a otorgar más préstamos a las familias.
"Los bancos y las cooperativas de crédito de a pie de los que dependen las personas han estado sufriendo", dijo el representante republicano Jeb Hensarling, que dirige el Comité de Servicios Financieros de la Cámara Baja.
"Han estado sufriendo durante años por el peso, la carga, el volumen, la complejidad, el coste de la burocracia pesada de Washington. No han podido servir a estas personas para ayudarles a conseguir sus casas o sus coches", agregó.
La desregulación financiera ha abierto una división interna entre los demócratas, ya que los más centristas y aquellos que temen perder su escaño en las legislativas del próximo noviembre han decidido ponerse del lado de los republicanos en esta empresa.
Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata de la Cámara Baja y miembro del Comité de Servicios Financieros, instó a sus colegas de partido a oponerse al proyecto de ley en una carta este lunes.
"El pueblo estadounidense pagó un precio muy alto por la supervisión deficiente y las prácticas discriminatorias de préstamos que culminaron en la crisis financiera de 2008", escribió Pelosi.
"No debemos permitir que el Congreso republicano nos arrastre de nuevo a la misma falta de supervisión que encendió la Gran Recesión", añadió.
El proyecto de ley, no obstante, revierte mucho menos de lo que los republicanos y el propio Trump hubieran deseado, pero una propuesta más extrema no hubiera logrado avanzar en el Senado, donde la mayoría conservadora es más estrecha.