Los contagios y muertes por COVID-19 aumentan sin señales de estabilización en Brasil, donde algunas de las regiones más afectadas registran paradójicamente una menor presión hospitalaria que ha creado la falsa sensación de que la pandemia está bajo control.
Este viernes se cumplirán cuatro meses desde que el pasado 26 de febrero el Gobierno confirmó oficialmente el primer caso de coronavirus en el país, que además supuso el primero en Latinoamérica.
Brasil, el segundo país más golpeado después de Estados Unidos, suma 54.971 fallecidos, con más de un millar en los últimos días, y 1,22 millones de infectados, según el Ministerio de Salud, aunque entre los expertos epidemiológicos es unánime que las cifras son más elevadas debido a la enorme subnotificación.
"Y aún hay espacio para empeorar, la pandemia puede evolucionar más, de una forma más agresiva, y puede durar mucho tiempo porque la progresión del virus hacia el interior es un poco más lenta", advierte a Efe Marcio Bittencourt, médico del centro de pesquisa y epidemiología del Hospital Universitario de la Universidad de Sao Paulo (USP).
DESCENSO EN EL NÚMERO DE CAMAS UCI OCUPADAS, UN FACTOR TRAMPA
La tasa de ocupación de camas de terapia intensiva, sin embargo, se ha reducido las últimas semanas en algunas de las regiones más castigadas por el coronavirus, que han comenzado en paralelo una flexibilización de las medidas de aislamiento social adoptadas desde marzo.
La ciudad de Sao Paulo y su zona metropolitana, epicentro de la pandemia en Brasil y hogar de más de 20 millones de personas, llegó a tener a principios de mayo el 90 % de las UCI ocupadas. Actualmente ese porcentaje se ubica en el 68 %.
El estado de Río de Janeiro vivió un colapso virtual de su sistema sanitario y ahora informa que apenas tiene ocupadas el 55 % de las camas de terapia intensiva destinadas a pacientes con COVID-19.
También se registran descensos notables en los estados de Ceará, Pará, Maranhao y Amazonas, que junto con Sao Paulo y Río de Janeiro son los seis estados brasileños más castigados por la pandemia.
En Manaos, capital de Amazonas, han desmontado incluso el hospital de campaña.
¿Qué hay detrás de ese descenso? En primer lugar, las autoridades brasileñas han aumentado la capacidad de sus hospitales. El Gobierno central afirma que ha invertido 1.200 millones de reales (225 millones de dólares) para habilitar 8.605 nuevas camas de terapia intensiva.
Asimismo, los gobiernos locales se han esforzado en fortalecer la red sanitaria pública. Por ejemplo, el amazónico estado de Pará, que tiene 8,5 millones de habitantes, empezó la pandemia con tres camas UCI para adultos y hoy cuenta con 701 exclusivas para pacientes con COVID-19, según su Gobierno, que, por otro lado, es investigado por corrupción durante la crisis sanitaria.
Esa menor presión hospitalaria también se debe a que se están cancelando cirugías no urgentes para "reservar esa estructura" a pacientes graves con el coronavirus, explica Bittencourt.
La menor circulación de vehículos ha permitido además una reducción notable de los accidentes de tránsito dejando más espacio libre en los hospitales.
"Lo que no quiere decir que la pandemia esté controlada o ello permita o no una flexibilización", advierte el especialista.
EL GOBIERNO ADMITE QUE LA PANDEMIA SIGUE CRECIENDO
De hecho, alrededor de un tercio de los 27 estados brasileños aún registra una tasa de ocupación de camas UCI por encima del 80 %, lo que podría empeorar tras el inicio de la reapertura.
Si el norte del país parece que ya ha pasado lo peor, la situación se agrava considerablemente en el centro-oeste y el sur.
Mato Grosso do Sul, fronterizo con Bolivia y Paraguay, reporta un crecimiento de los casos de COVID-19 del 670 % en el último mes, mientras que Rio Grande do Sul, divisa con Uruguay y Argentina, se ha visto obligado a frenar la desescalada en algunas de sus ciudades, incluida su capital, Porto Alegre.
En Belo Horizonte, región sudeste, se debate la posibilidad de decretar el confinamiento total ("lockdown") tras ver un rápido incremento en la ocupación de camas UCI, que ahora se acerca al 90 %.
En este contexto, el Gobierno de Brasil reconoció que la curva sigue al alza, lejos de lo que se creyó hace una semana, cuando se anunció una "cierta estabilización".
"Habíamos dicho que la curva parecía que tendía a una disminución de casos, pero vemos que la última semana tuvimos un aumento significativo", afirmó en rueda de prensa el secretario de Vigilancia en Salud, Arnaldo Correia de Medeiros, después de constatar un incremento del 22 % de casos nuevos.
Según datos oficiales, el 88 % de los 5.570 municipios brasileños registra al menos un caso de coronavirus y no se sabe con seguridad cuándo llegará el pico de la enfermedad.
Desde mediados de mayo, Brasil tiene un ministro de Salud interino, el general Eduardo Pazuello, sin experiencia en el área.
Sus dos antecesores, ambos médicos, salieron del Gobierno por discrepancias con el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, que niega la gravedad de la enfermedad.
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Brasil, sin señales de estabilización frente a la pandemia
El segundo país más golpeado después de Estados Unidos, suma 54.971 fallecidos, con más de un millar en los últimos días, y 1,22 millones de infectados
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