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Provincia de Granada

Fiscal rebaja a 15 años de cárcel su petición para la acusada de matar a su marido en Charches

La acusación particular, que ejerce la madre del fallecido, no ha cambiado su petición inicial de condena, de 21 años de prisión, por un delito de asesinato y otro de tenencia ilícita de armas, si bien ha decidido retirar la agravante de aprovechamiento

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La Fiscalía de Granada ha rebajado este jueves de 18 años y nueve meses a 15 años de prisión su petición de condena para la mujer, de iniciales M.D.R.L., acusada de asesinar con una escopeta de caza a su marido en la localidad granadina de Charches, en El Valle del Zalabí, y ocultar el cadáver después de que tuviera conocimiento de que le había sido infiel.

   La representante del Ministerio Público ha mantenido su calificación de los hechos como asesinato pero, a la vista del desarrollo del juicio, que se celebra con jurado en la Audiencia Provincial de Granada desde este lunes, ha decidido finalmente rebajar su solicitud y retirar de su relato de los hechos que la procesada actuó "movida por los celos".

   La acusación particular, que ejerce la madre del fallecido, no ha cambiado su petición inicial de condena, de 21 años de prisión, por un delito de asesinato y otro de tenencia ilícita de armas, si bien ha decidido retirar la agravante de aprovechamiento.

   Por su parte, la defensa ha solicitado, como primera opción, la libre absolución de su defendida, teniendo en cuenta la eximente completa de anomalía o alteración psíquica debido a trastorno de personalidad por dependencia, unido a un retraso mental moderado y una situación de obcecación, o, subsidiariamente, tres años de prisión por un delito de homicidio y otro de tenencia ilícita de armas, con la atenuante de confesión y la de alteración psíquica, con responsabilidad civil de 30.000 euros, a abonar a la madre de la víctima.

   De hecho, la cuarta sesión del juicio, que este viernes está previsto que quede visto para veredicto del jurado, se ha centrado este jueves en la presentación de las pruebas periciales psicológicas aportadas de la defensa, que han concluido que la inculpada tiene "dificultad para tomar decisiones" precisamente por el trastorno de personalidad que padece, y que, al sufrir crisis "confuso-ansiosas" puede sufrir una disminución del nivel de su conciencia, lo que le puede llevar a actuar de manera "primitiva".

   Para los expertos, la mujer pudo tener una "afectación importante de la voluntad" al creer que podía perder a su marido, tras enterarse de que le era infiel y que se podía marchar con una tercera persona, abandonándola, lo que le causó además una "obcecación", teniendo en cuenta además la "dependencia emocional" que tenía con respecto a él.

   Además, es incapaz de entender conceptos abstractos y del mundo exterior "sólo conoce a Belén Esteban, y poco, y al Papa, pero no sabe cómo se llama", por lo que los peritos consideran que sería difícil que planificara el crimen, y atribuyen su "frialdad" en ocultar las huellas de lo sucedido como un mecanismo de "negación", que le llevaría a comportarse como "si nada hubiese ocurrido". Por todo, los expertos han concluido que la mujer "no es plenamente imputable" no por su déficit intelectual, sino por el trauma que le ocasionó un "trastorno de la conciencia", que, fue el miedo "real" al abandono de su esposo.

ACUSACIÓN DE LA FISCALÍA

  Según consta en el escrito de acusación del Ministerio Público, la procesada, de 45 años, contrajo matrimonio con F.M.E. a la edad de 15 años, fruto del cual tuvieron dos hijas, que tienen actualmente 26 y 21 años. La mujer convivía con su marido y su hija menor en la segunda planta de una vivienda en Charches, en el término municipal de Guadix.

   Aproximadamente en el mes de agosto de 2012, la mujer tuvo conocimiento de la infidelidad de su esposo, por lo que, "humillada y despechada por la traición", en el mes de mayo de 2013 tomó la decisión de matarlo.

   En los días previos al 12 de mayo, la procesada, que carecía de permiso de armas, había tomado una escopeta de su marido --aficionado a la caza-- que éste guardaba en un armario y la escondió detrás de un sillón cargada con dos cartuchos y preparada para ser disparada en cualquier momento.

   Finalmente, esa noche del 12 de mayo, después de pasar todo el día junto a su esposo y tras cenar juntos en la casa de su suegra, la mujer, "con el firme propósito de acabar con la vida" del hombre "procedió a ejecutar un plan perfectamente trazado", consciente de la gravedad y de las consecuencias de lo que iba a hacer.

   Al regresar a su domicilio cerca de la media noche, ambos se acostaron en la cama de matrimonio que compartían desde hacía años. La acusada esperó a que su marido estuviera "profundamente dormido" para llevar a cabo su plan.

   Así, "aprovechándose" de la situación "de absoluta indefensión" en que se hallaba, siendo las 2,30 horas, sacó la escopeta de su escondite y, "actuando con sumo cuidado" para que él no la descubriera, le acercó el cañón a la cabeza y "con absoluta frialdad" efectuó dos disparos que le causaron la muerte de manera instantánea.

   Tras comprobar que su esposo estaba muerto, la inculpada desarmó la escopeta, la volvió a colocar en el armero y pasó el resto de la noche sentada en un sofá del salón, hasta que a las 7,30 horas llamó a la puerta un compañero de trabajo del marido quien, extrañado por la tardanza de éste, le preguntó por él, a lo que ella contestó que ya se había ido.

   Después de que sus hijas se marcharan a trabajar y, con la seguridad de estar sola en la vivienda, la mujer arrastró el cadáver de su marido desde el dormitorio hasta un garaje al que da acceso una puerta situada en el recibidor de la casa y trató de subir el cuerpo en el maletero de un todoterreno. Como no pudo, colocó entonces el cadáver en el maletero de otro vehículo, un Citroen C15 que se encontraba en el garaje, para lo que se ayudó de una cuerda.

   A continuación se subió al coche y, con intención de esconder el cuerpo sin vida del esposo, se desplazó hasta un lugar conocido como 'Rambla del agua', y se apeó para sacar el cadáver, que dejó caer por un barranco muy escarpado y resbaladizo, auxiliándose con la cuerda de nuevo. Tapó el cuerpo con varias piedras de grandes dimensiones y con vegetación y lo dejó "completamente oculto".

   Después regresó a su domicilio y "con el malogrado propósito de borrar las huellas de su crimen", tiró las vainas de los cartuchos percutidos entre la vegetación existente en un callejón situado frente a su vivienda, y guardó en unas bolsas las sábanas manchadas de sangre y los restos de la cabeza de su marido que aún quedaban en el dormitorio para, posteriormente, quemarlos en la chimenea de una caseta de aperos propiedad del matrimonio, donde también fregó las manchas de sangre del coche.

   Tras limpiar los restos de sangre que quedaban en el dormitorio, cambió también de sitio una de las mesitas de noche, porque presentaba impactos de los disparos, e incluso llegó a pintar con dos capas de pintura las manchas de las paredes, que previamente había intentado eliminar con un estropajo. También cortó las partes del colchón con sangre, las quemó en una estufa y escondió el resto del colchón en un trastero.

   Sobre las 18,30 horas, sus hijas regresaron al domicilio y "preocupadas por extraña desaparición de su padre", lo pusieron en conocimiento de la Guardia Civil, a la que presentaron denuncia el 14 de mayo.

   En los días posteriores a la desaparición, la acusada, "con aparente tranquilidad", participó activamente en las labores de búsqueda del marido. El 16 de mayo la Policía Judicial de Guadix tuvo conocimiento de que se había utilizado la chimenea de la caseta de aperos, y, ante los "evidentes indicios" de que la desaparición del hombre no había sido voluntaria, la mujer, "angustiada", confesó los hechos y llevó a los agentes al lugar donde había ocultado el cadáver, y fue detenida.

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