Más de 2.600 talleres artesanales de Andalucía combaten la crisis con el mimo que aportan a sus productos y mantienen un sector que convierte el arte en más de 10.000 empleos cultivados a fuerza de paciencia, buen hacer y tradición que se convierten en guitarras, joyas, vidrio, cuero o mármol.
Orfebres, lutieres, joyeros, vidrieros o alfareros guardan en sus talleres la esencia de un arte que se lega de generación en generación y que convierte las horas de mimo, detalles y tradición en productos artesanos con un hueco en la economía, el comercio y el turismo.
Una economía que se aprende de maestros artesanos, como los cuarenta reconocidos por la Junta de Andalucía, capaces de convertir en piezas únicas maderas, metales o telas a las que dan una nueva vida.
Para imbuirse en el arte del cuero repujado de la escuela de Granada, la californiana Munira Mendoça emprendió un viaje a España con una primera parada en el municipio alpujarreño de Bubión para aprender con el último maestro de esta disciplina, Diego Campos Mariscal, que falleció hace unos meses con 89 años.
Mendoça ha explicado a Efe que de aquel reputado maestro aprendió la técnica tras años de lecciones, aunque reconoce que la maestría se alcanza "con práctica, práctica y mucho amor. No tiene mucho misterio, pero hay que practicar mucho".
Esta estadounidense reconvertida en granadina comparte ahora taller con su hijo y es un ejemplo del auge de un sector que crece con la fuerza de la paciencia de artesanos y que también se adapta a los nuevos tiempos y demandas del mercado.
"Con mi hijo tengo una fusión muy bonita de lo tradicional con lo moderno", detalla afanada en el repujado de una pieza mientras la nueva generación se aplica con los refuerzos de unos bolsos de cuero, esos que venden junto a billeteras o agendas en una tienda situada bajo un taller con vistas que huele a cola y horas de labrado.
Esta familia de artesanos dedica horas a cada pieza, semanas para sillas o cuadros que enmarcan además la tradición de una ciudad que cuenta con una Zona de Interés Artesanal reconocida por la Junta de Andalucía en la que se incluye el taller de Mendoça, que solo usa material de calidad y nacional, y que reconoce que los que más valoran su artesanía son los extranjeros.
"Me enamoró de este oficio la parte bohemia, los olores, el resultado. Hablas de instrumentos que son como las personas, hechos para la transmisión", explica con pasión Daniel Gil de Avalle, un maestro guitarrero y lutier de Granada.
Habla de su oficio con pasión por "el amor a todas estas cosas, a la madera, el sonido, el trabajo en sí" y forma parte de una escuela de maestros responsables de llevar por el mundo el sonido de una buena guitarra, flamenca o española.
Desde su taller del barrio granadino del Realejo, en cuyo ventanal ha tenido que colgar un cartel pidiendo que las fotos que le "roban" se hagan sin flash, dedica una media de tres meses a convertir maderas en guitarras, unas doce al año y por encargo, que distribuye por Europa, Asia o América.
"Se le dedica varios meses para que sea poderosa. Mis guitarras no suenan, hacen música", ha detallado Gil de Avalle, que lija, mide y se esmera con sus próximos encargos, que viajarán a Japón, Francia y Estados Unidos.
Como ellos, artesanos de 179 oficios se esmeran cada día para dejar un trocito de experiencia y arte en sus productos, el 26 % de toda la artesanía del país, y mantener un sector del que dependen alrededor de 10.000 empleos en Andalucía.