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Punta Umbría

El Centro Guerrero exhibe obras de la última etapa del artista

El Centro José Guerrero exhibe desde ayer una selección de obras de sus fondos correspondientes a la última etapa creativa del artista granadino (1914-1991) que reflejan la madurez del pintor así como su vuelta a una abstracción serena marcada por la expresividad del color.

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  • Una fotógrafa realiza una instantánea de una de las obras que el centro José Guerrero de Granada. -
El Centro José Guerrero exhibe desde ayer una selección de obras de sus fondos correspondientes a la última etapa creativa del artista granadino (1914-1991) que reflejan la madurez del pintor así como su vuelta a una abstracción serena marcada por la expresividad del color.

La muestra, que permanecerá abierta hasta el 6 de septiembre, está integrada por un total de dieciocho obras –diecisiete lienzos y una en papel– de las que quince han sido seleccionados de la colección propia de la Diputación de Granada y otras tres están cedidas por el Palacio de Exposiciones y Congresos para la ocasión.


Según explicó la directora del Centro, Yolanda Romero, en la presentación de la exposición, las obras que se exhiben en esta selección parten de las cenizas de la serie más conocida en España de José Guerrero, denominada Fosforescencias, en la que parte de un elemento de uso cotidiano como los estuches de cerillas.

Romero detalló que, como hizo a lo largo de toda su carrera artística, a principios de los años 70, Guerrero se “reinventa a sí mismo abandonando los espacios conocidos para ahondar en nuevos caminos”, aunque siempre mantuvo “un sello personal en toda su trayectoria”.

La disposición del Centro Guerrero, dividido en varias plantas, ha permitido a los responsables de la exposición agrupar las pinturas para diferenciar distintas fases.

Así, en la planta baja se exhiben los cuadros en los que el artista se concentra sólo en las cabezas de las cerillas de Fosforescencias como objeto figurativo, dando lugar al considerado sistema Guerrero, una fórmula compositiva basada en “pocas formas y pocos colores” en la que una mancha negra “enfatiza y da fuerza al cuadro”.

En la primera planta desaparecen las referencias a las cerillas y vuelve a una abstracción serena que “olvida el gesto”, coincidiendo con la transición política española.

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