Estamos bastante acostumbrados a ver cómo en la televisión puede ocurrir de todo. Quizás por esto se ha devaluado un medio en el que el entretenimiento responde más a programas perfectamente guionizados que buscan complacer a unos espectadores que creen muchas veces en lo que se les enseña. Para mejorar esta imagen de ficción, se ha instalado una nueva fórmula que ha inundado las pantallas, los reality. El nombre no deja lugar a muchas dudas: realidad. La telerrealidad está agotando casi todo lo imaginable. Desde el mítico Big Brother hasta adentrarse en las cocinas de los restaurantes para desnudar las carencias de esta.
De esto se ocupaba un programa que todo el mundo conoce, ‘Pesadilla en la cocina’, comandado (nunca mejor dicho) por el excelente cocinero Alberto Chicote, que puede presumir de tener un poco más de eficacia que su compañero de la versión americana, Gordon Ramsay, que ha visto como más del 50 por ciento de los locales que ha visitado han tenido que cerrar posteriormente. En España, han sido menos los casos; a finales del año pasado, salían a la luz los del ‘Castro de Lugo’ y ‘Nuevo Da Vinci’. La última víctima ha sido el rondeño ‘To-Toro’.
El antiguo Osaka ha visto como la telerrealidad se ha cebado con él; cómo siempre la ficción supera la vida real. Pese al boom que trajo consigo el paso de Chicote por la ciudad, el To-Toro ha tenido que colocar el cartel de traspaso alegando problemas familiares. Ángel Pan, el propietario del local, ha indicado en su cuenta personal de twitter que agradecía la ayuda personal ofrecida por el programa de La Sexta, y especialmente por su presentador. No obstante, y pese a seguir sus instrucciones, no salió adelante el proyecto.
El local rondeño fue una de las pesadillas más ambiciosas llevadas a cabo desde que nació ‘Pesadilla en la cocina’. Pero actualmente el local espera la apertura de una nueva tapería y brasería con unos nuevos dueños, que esperan tener mayor éxito que sus antecesores, que han visto cómo su proyecto de conquistar Ronda con el llamado sushi ibérico no cuajó.
Pan lamentaba en su página personal la falta de afluencia de público rondeño: “No se puede hacer nada cuando 40.000 personas no te quieren”. Hay que recordar que en el programa, que se emitió en diciembre de 2012, reformó todo el local, además de cambiar su nombre de Osaka a To-Toro.
Pan, que afirmó haber aprendido a cocinar viendo videos de Youtube, se convirtió como él mismo indicaba en la pesadilla de Chicote. Sin duda alguna, el programa se recordará por la famosa imagen de grasa que tenía una de las planchas de cocinar, y que fue utilizada como un reclamo publicitario para un capítulo que acabó siendo demoledor para el To-Toro, que aunque levantó el vuelo recordando los mejores tiempos del Pekín, tuvo un sueño corto.
Chicote no hace milagros. Ni la televisión tampoco. Y El To-Toro de Ronda es el mejor ejemplo para certificar, una vez más, que la realidad siempre supera la ficción.