Se trataba de un sainete lírico (zarzuela) en un acto, dividido en tres cuadros, en verso, donde Luis Alonso, un reputado y cincuentón maestro de baile, va a casarse con María Jesús, bonita muchacha mucho más joven que él. La diferencia de edad preocupa al maestro tanto o más que el conocimiento de unas antiguas relaciones de María Jesús con Grabié.
Luis Alonso pregunta a su futura esposa la situación de estas relaciones y ésta, muy influida por sus padres (que ven en Luis Alonso la ocasión de casar a su hija con un excelente partido), responde que aquello se acabó y que fue una chiquillada sin mayor importancia. Grabié se entera y, dolido, decide no impedir la boda, pero sí, al menos, dar un buen susto a contrayentes e invitados. Con ello, quedará satisfecho su deseo de venganza.
La fiesta de la boda va a celebrarse al mismo tiempo que el encierro de los toros. Los invitados esperan el paso de los astados y el señor Paco hace alarde de sus conocimientos y aptitudes taurinas... mientras los toros no están a la vista. Grabié irrumpe violentamente en la escena anunciando que los toros se han desmandado y que corren alocados por todas partes, repartiendo cornadas a diestro y siniestro, sin reparar en edades, sexo o condición. Los invitados huyen despavoridos en todas direcciones y el mismísimo Luis Alonso se tira por una ventana, abandonando a su suerte a María Jesús. Circunstancia que aprovecha Grabié para reprochar a la novia su conducta y su olvido.
Restablecida la calma, los invitados vuelven a sus respectivos lugares. Regresan todos menos Luis Alonso, que ha sufrido un fuerte golpe en su aparatosa huida y ha de ser llevado por dos hombres, sentado cuidadosamente en una silla. El accidente no es grave, pero el lugar de las lesiones no parece augurar a la pareja una noche de bodas adecuada.