El tranvía por la calle Real seguirá costando dinero extra que se supone que va a salir del bolsillo de todos los ciudadanos más directamente que el que ha llegado y sigue llegando de la Unión Europea. Y es que cuando no es por la improvisación de que ha hecho gala el proyecto es porque no se guardan las medidas que se exigen en función del material que se utiliza.
Después de que finalmente –por ahora- se haya encontrado una solución para que el pavimento no salte en pedazos como lo hacían las losas de granito y que en las intersecciones se está usando el adoquín de granito de toda la vida, lo que no se ha tenido siempre en cuenta es el tiempo que tiene que estar la zona arreglada cerrada a cal y canto al tráfico.
Así ha ocurrido en el tramo entre la plaza de la Iglesia y Capitanía, donde el hormigón impreso que se está utilizando se ha levantado un centímetro y medio debido a que se permitió el tráfico antes de los 22 días que se estiman mínimos para que este material adquiera todas sus propiedades una vez usado.
Hay que tener en cuenta que el hormigón impreso es un material flexible pero que para que aguante los 200 kilos por centímetro cuadrado que es capaz de soportar tiene que se instalado correctamente y en sus tiempos. Esa flexibilidad es la que propicio que se levantara en las esquinas al abrirse antes al tráfico.
El paso de vehículos ha hecho que se levante por las esquinas ese centímetro y medio, lo que obligará a rebajarlo quitando la parte de hormigón levantado y volviendo a poner ese material al nivel de la zona que no se ha visto afectada. Ese desnivel se nota en la parte cercada a los raíles del tranvía.
La empresa que lleva a cabo las obras y el Ayuntamiento de San Fernando, ahora en manos socialistas y andalucistas, ya no se quieren coger los dedos en estas cosas y están cumpliendo a rajatabla el plazo para que el material se consolide, los 22 días, que son los que va a estar cerrado cualquier tramo o subtramo que se rehabilite. Aunque parezca que ya pueden pasar los coches.
