Manuel León Íñigo, director de la Escuela San José, fue el maestro de ceremonia en la presentación del libro Antonio Moreno, un isleño en el Congreso, que tuvo lugar este jueves en el salón de actos del centro educativo enmarcándose, por deseo del autor, en los actos conmemorativos del propio colegio que cumple 25 años.
Lo advirtió León porque la fecha de 1989 sería muy repetida esa noche, ya que además de abrirse al público la Escuela San José fue el año en el que el ex alcalde de San Fernando, Antonio Moreno, conseguía el acta de diputado nacional junto a Alejandro Rojas Marcos, un hito histórico en un andalucismo entonces con fuerza para llegar a Madrid, aunque encuadrado en el Grupo Mixto en el que se movían otras fuerzas similares de distintas regiones de España y otras no tan similares.
Antonio Moreno destacaba precisamente esa circunstancia, la dificultad de ponerse de acuerdo en un grupo tan heterogéneo y la capacidad de negociación que había que tener para lograr llevar la iniciativa. Moreno, que precisamente no era el elegido para encabezar la lista por Cádiz aunque la presión del ex alcalde de Jerez “y mi amigo”, Pedro Pacheco lo pusieron en el disparadero, se convirtió de esa forma en el primer diputado en Cortes de La Isla en la época democrática moderna, aunque en toda la historia parlamentaria se cuentan una docena de políticos de San Fernando.
El ex alcalde y ex diputado reconoció el esfuerzo que tuvo que hacer durante esos cuatro años para estar en Madrid y en La Isla, precisamente en aquellos tiempos difíciles en los que comenzó una transformación de la ciudad que determinó el aspecto que tiene ahora, además de ponerse en marcha ese proyecto cumbre de los andalucistas –junto con populares y el independiente Manuel Martín- que es Bahía Sur, el logro más importante de para la ciudad en los últimos 23 años. Y quizá haya que esperar mucho más para que tenga parangón.
Contaba Moreno que se pasó ese tiempo de tren en tren, sin tiempo para la familia y aprendiendo con cada escalón que subía y los que tenía que bajar por haber subido más rápido de la cuenta. En suma, con los errores y aciertos de una actividad que era nueva para él.
Por su parte, el autor del libro, José Antonio Garnárez Acosta, profesor de la Escuela de San José desde hace 23 años –de ahí que eligiera la que es su segunda casa para la presentación- agradeció a José Carlos Fernández Moreno el prólogo de la obra y a Antonio Moreno la confianza depositada en él cuando ni siquiera leyó el borrador del libro que el autor tuvo la deferencia de llevarle por si quería aportar algo a lo escrito.
Antonio Moreno había dicho antes que no puso ninguna objeción a la obra “porque es historia, está escrito” en las actas del Congreso en las que se basa y Garnárez Acosta, después de explicar la estructura del libro, señaló algunas intervenciones en las que Antonio Moreno destacó por su coherencia y la defensa de sus convicciones. Entre ellas la eliminación del Servicio Militar Obligatorio, la abolición de los gobernadores civiles, una figura anacrónica en un país autonomista y sobre todo la abolición de la pena de muerte en tiempos de guerra..
En este último caso, el ejemplo de coherencia y de ideales quedó más patente por cuanto se estaba desarrollando la que se dio en llamar la primera Guerra del Golfo y existía un clima bélico poco propenso para ese tipo de peticiones, pero sobrepuso a cualquier otra cosa el mandato moisaico “no matarás” para defender su moción.
Obviamente no le aprobaron ninguna cuando las presentó, pero sus intervenciones se puede jalonar con resultados que años más tarde otorgaban carta de naturaleza a sus peticiones. Porque se eliminó el Servicio Militar Obligatorio, a los gobernadores civiles y se abolió la pena de muerte en tiempos de guerra, si bien la Constitución todavía mantiene esa posibilidad en los casos que las autoridades militares lo consideren.
El libro, editado por Publiciaciones del Sur. Editores, tiene un precio de 12 euros y el dinero de las ganancias irán directamente al comedor El Pan Nuestro, según anunció el autor antes de que comenzaran, tanto Antonio Moreno como él, a firmar ejemplares de la obra.
