La libertad implica una cierta actitud práctica, es una concepción natural de toda persona formada en la comprensión de uno mismo y del otro, alejada de toda pretensión de poder sobre otras personas. J.P. Sartre en L´ètre et le néant nos dice: “la persona es libertad absoluta”; decide de manera autónoma qué y cómo es, la persona libre se hace a sí misma, sin que ninguna norma pueda prescribir su acción, elige de forma total aquello que encuentra sentido para el ser persona.
En consecuencia, todo pensamiento político que se inspire en la realidad social nunca es definitivo, capta, describe, concreta e instituye su dimensión real en lo plural. El pensamiento estructural de la realidad es un proceso de articulación dinámica in status nacendi, cambiante con la situación naciente, que encuentra sentido en la libertad emancipadora de las personas, cada instante es pre-reflexión del posterior, dirigido hacia las contingencias y nunca a un objetivo concreto, pues este lo limita e inmoviliza. Se basa en políticas evaluativas situacionales de cierta ambigüedad dialéctica.
La continua politización de los jóvenes, sobre todo en el ámbito universitario, con manifestaciones abiertas en las redes sociales, refleja la compleja situación que vive una España renovadora que ha roto las líneas férreas de la transición. El valor de las creencias en las viejas estructuras es insignificante, frente a las pasiones ideológicas de los jóvenes. En el derecho a decidir, está en juego el disfrute de la libertad. Los excesos de libertad vacían la libertad, como identidad propia, por mal uso de ella, a veces, se convierten en intransigencia y desorden, y acaban en la falta de juicio. En una sociedad necesitada de reconciliación, la belleza de la vida rescata lo material de las cosas cuando en su esplendor busca la verdad en la libertad; sin un diálogo (ser) basado en leyes aceptadas por todos, no existe dialéctica posible (no-ser), en el respeto a las diferencias no reductibles.
Mientras que socialistas y conservadores eligen el análisis de los hechos, los partidos emergentes saben que las personas que han pasado por las instituciones se desgastan, ellos eligen las contingencias. Nos tendremos que remitir al pensamiento estructural para poder afrontar con claridad las políticas situacionales de los partidos emergentes. Podemos ha politizado parte de la indignación popular dentro de la simbiosis partido-asambleas, y como eje, las ideas deliberativas de los círculos. Su lucha es el derecho a decidir en cada uno de los aspectos de la política, en un proceso constituyente opuesto a los modelos neoliberales. C´s enfoca su espacio político en el sueño del bienestar de las clases medias; salvo afinidades históricas de militancia, no existe identificación concreta de los votantes a una formación política, descubrimos actitudes sociales extrañas hacia dos formaciones políticas, en una misma persona y en el reparto de simpatías; situación inédita al inicio de una campaña electoral, ello demuestra la falta de comprensión biográfica de nosotros mismos con respecto a la política. Es cierto que arranca con ventaja el partido conservador, siendo consciente de la renovación que ha de ejercer en sus filas, si quiere lograr un nuevo gobierno, dentro de un arco parlamentario complejísimo. Las fuerzas emergentes, faltas de cuadros para la gobernanza, cederán a un alto precio político la investidura, lo que supondrá una corta legislatura, donde la socialdemocracia del futuro, y no en el presente actual, se consolidará por la necesidad de políticas redistributivas claras, apareciendo una nueva bipolarización ideológica de coaliciones. En esta nueva etapa, el porque sí de las leyes, ya no es la razón de la política.