Definitivamente, quien marca la Semana Santa es la previsión meteorológica. Hemos entrado en una espiral en la que se atiende más a lo que pueda pasar que a lo que está pasando. Junto a esto, existe desde hace años una suerte de “efecto dominó” que en este 2016 ha vuelto a hacer presencia en las primeras jornadas. Si hubo hermandades que se mojaron, caso el Martes Santo de El Cerro, San Esteban y San Benito, hubo otras de las que no se entiende que suspendieran la Estación de Penitencia, caso de Santa Cruz ese propio día o Santa Marta el Lunes Santo. A veces se es demasiado prevenido y la factura que se paga es bien alta.
Junto a esto, la amenaza de lluvia ha hecho no sólo que se cumplieran los horarios en la mayor parte de los días, sino que un buen número de cofradías acortaran los tiempos de vuelta a sus templos, fundamentalmente el Domingo de Ramos. Ante esto, surge la pregunta: ¿se puede hacer si se quiere? La respuesta es bien clara: sí. Rotundamente sí. Los pasos han andado bien, pero sin dormirse, algo que en el fondo agradecen los cuerpos de nazarenos.
De todos modos, la Semana Santa de 2016 será la de la seguridad. La mayor presencia de efectivos policiales en las calles ha logrado que se reduzcan los riesgos. Si bien los aforamientos en la zona de Francos y Cuesta de Rosario fueron excesivos los primeros días (también habría que preguntar a los nazarenos si pasaron por este punto caliente con más comodidad) éstos se han ido adaptando a las necesidades con el paso de los días para dar lugar a una de las madrugadas más tranquilas y seguras que se han vivido. Quizás haya merecido la pena haber sufrido ese interminable culebrón durante los meses anteriores a la Semana Santa de acuerdos y desacuerdos de la Madrugada para haber llegado a esto. El invento ha funcionado bien. Ahora sería el momento de sentarse de nuevo para analizarlo en profundidad, aunque con unas elecciones al Consejo a la vuelta de la esquina entiendo que este tema va a caer en el sueño de los justos.
Un último apunte: la plaza del Salvador necesita un arreglo urgente. Si ya se han mejorado, y mucho, zonas como Francos-Cuesta del Rosario, el Arenal, la Encarnación y el entorno del puente de Triana con la Magdalena, ahora es el momento de pensar en esa plaza, que durante los siete días es intransitable. Sería la guinda del pastel de la seguridad.
Flores y música
Se han visto buenos arreglos en los pasos. El clavel sangre en determinados misterios aporta un plus de elegancia, como en el Porvenir o Montserrat. Las rosas en los palios son de una belleza extrema. El jacinto y algunas orquídeas también se han asomado acertadamente en algunas jarras. Pero no me terminan de cuadrar algunos misterios con esa amalgama de flores extrañas. Muy bien los palios de Desamparados, Loreto y Guadalupe. La Esperanza de Triana continúa con sus enormes esquinas, algo que se ha convertido en su propia seña de identidad. Podrá gustar o no, pero es algo característico que ya no debiera perder nunca.
Las estridencias de las agrupaciones siguen sin cuadrarme, por muchos seguidores que congreguen. Por otro lado, estamos asistiendo a la muerte de las cornetas y tambores puras, caso de Centuria y Esencia, aunque ambas lo hagan muy bien. El resto, con las incorporaciones cada vez más numerosas de otros instrumentos de metal, están en esa línea que poco distingue a los dos clásicos estilos de Policía Armada y Guardia Civil. Los sonidos son poco entendibles, aunque menos flamencos, algo que se agradece.
En cuanto a las bandas de música, Carmen de Salteras y Cigarreras se han convertido en el “top ten”, las que tocan lo que deben cuando deben: escuchar Mater Mea primero y Margot después al palio de la Carretería en la plaza del Triunfo por los músicos de las Cigarreras fue un deleite sólo para paladares muy exquisitos. Tejera sigue en su línea más fúnebre -cumple su papel- y el resto, más que sobradamente. Tenemos muy alta la calidad en las bandas. Hay nuevas composiciones que ganan terreno a las clásicas y se escuchan cada vez más por méritos propios. Destacar aquí “Como tú ninguna”, de David Hurtado, una marcha que está llamada a ser la Estrella Sublime del siglo XXI. Y un paso al que no le termino de ver encajada la música, aunque esto sea una opinión muy personal: el palio de la Merced ha perdido el romanticismo del sonido de sus bambalinas para ser acallado por la banda. Entiendo que ésta sigue sobrando allí detrás. ¿Verdaderamente era necesaria?
Los pasos andan mejor. Creo que comienza a haber un salto de calidad, manteniéndose los estilos de cada cofradía, que es lo importante. Se ven demasiados costaleros de refresco ante los pasos, algo que afea al cortejo. Y las llamadas de los capataces vuelven más a su línea de estar en un segundo plano.
Esto no ha sido todo, pero es lo que el espacio permite. La próxima Semana Santa tardará más de un año en llegar. Ojalá en este tiempo se puedan seguir limando esas aristas que aún existen. De no haber sido por la lluvia, ésta hubiera sido una semana casi histórica, para recordar siempre. La perfección no está tan lejos. Si se quiere, se puede.